#Opinión | ¿Mandamientos? ¿Para qué? por María García de Fleury - 800Noticias
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En todas las religiones del mundo, hinduismo, budismo, religiones chinas, religiones primitivas, judaísmo, islamismo, cristianismo, existen leyes que hay que cumplir y por las cuales hay que regirse. Esas leyes o mandatos existen para ayudar a las personas a vivir de una manera verdaderamente humana y para mantenernos enfocados en quienes somos.

Llama la atención como aún en medio de diversas creencias y patrones culturales, hay leyes que son comunes a todas las religiones como, por ejemplo, la ley del respeto a la vida, la condena de la violencia por la violencia, el respeto a los padres y ancianos, todas rechazan la mentira, la falsedad, y proponen la importancia de la verdad, del respeto a la propiedad ajena, todas hablan de la importancia de la unión hombre mujer, de la vida en familia y el dominio de uno mismo.

En el cristianismo, y concretamente en los católicos, evangélicos, adventistas, todos creen en los 10 mandamientos dados por Moisés. Jesús dijo que no había venido a abolir la ley sino a cumplirla. Recordemos que Jesús subió a una montaña, se sentó y comenzó a enseñar recordando a Moisés cuando subió al monte Sinaí para recibir los 10 mandamientos de Dios. Éstos están divididos en tres mandamientos para Dios y 7 para la relación con el prójimo. El número 10 simboliza algo sagrado y perfecto. La plenitud en la que desemboca la observación de los mandamientos.

Jesús se presentó como el nuevo Moisés y promulgó, desde esa montaña de Galilea, la ley definitiva. Esto plantea de inmediato un problema para quienes se sienten desanimados por una religión que lidera con leyes, normas y prohibiciones.

De los 10 mandamientos, 6 comienzan con una negativa. ¿Por qué alguien debería pensar que es una buena idea introducir leyes nuevas y aún más estrictas? Pero luego escuchamos la primera palabra que sale de la boca del nuevo legislador Jesús: “Bendito el que…”, “felices los que…”. Cuánta sabiduría encierran y engendran estas leyes o mandamientos, si se cumplieran, no hubiera necesidad de otras leyes.

La ley que ofrece Jesucristo es un patrón de vida que promete hacernos felices porque estamos cumpliendo con la ley de Dios y con Dios siempre ganamos.