#Opinión | «Los abuelos y la pandemia» por María García de Fleury
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El mundo está viviendo uno de sus momentos más traumáticos, los resultados de esta pandemia van mucho más allá de la situación económica. Son las consecuencias psicológicas las que tenemos que tomar más en cuenta.
Es un tiempo muy especial para los abuelos. Los nexos con los hijos y los nietos, son y han sido siempre lazos afectivos muy fuertes.
En muchos sentidos estamos viendo como el mundo se ha cerrado y `para los niños que tienen un abuelo o una abuela cerca, además de sus padres, se enriquecen personalmente pues transmiten sabiduría, experiencias de vida, estabilidad emocional, así como un impulso para dar a los demás de una manera significativa.
Las relaciones abuelo-nieto también le ofrecen a los adultos mayores oportunidades para aprender sobre nuevas tecnologías y tendencias, así como experimentar la emoción de ver el mundo desde una perspectiva más joven, a la vez contribuye a que los jóvenes desarrollen habilidades emocionales para tener éxito en la vida. Los abuelos buscan actividades, compromisos significativos y productivos, buscan y necesitan propósitos en sus vidas. Los beneficios psicológicos mutuos son las razón más convincente para los programas que conectan a jóvenes y mayores.
Al celebrar la fiesta de Santa Ana y San Joaquín los abuelos del niño Jesús hace 2000 años, podemos tener una perspectiva de la situación actual, aquel era un tiempo donde las personas no podían opinar en contra de los gobernantes, había temor en las calles, muchos tenían que reunirse a puerta cerrada, persecuciones, juicios injustos, había recelo en mucha gente, en ese ambiente se presentó Jesús.
En el mundo antes del ataque del virus Covid-19 nos vanagloriamos del progreso que la humanidad había logrado en materia de medicina, ciencia tecnología, comunicaciones. Estábamos orgullosos de nuestra madurez, ahora estamos dándonos cuenta que la verdadera madurez implica reconocer que no dependemos de nosotros mismos; sino como siempre han enseñado los adultos mayores, los abuelos, dependemos de Dios. Este Dios del cual dependemos no nos abandona nunca por eso debemos buscar hacer crecer nuestra fe en él.
Hacer crecer la fe en Jesús resucitado de entre los muertos permite que admiremos la realidad honestamente acerca de lo que está sucediendo y al mismo tiempo abrirnos hacia nuevas posibilidades. Nuestra fe permite que acudamos a Dios y confiamos en él porque con Dios siempre ganamos.