#Opinión | «Las novenas», por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
Una devoción muy popular entre los fieles católicos son las novenas, la palabra novena viene del latín nueve, para explicarlo debemos decir que las horas de los judíos se cuentan diferente a las horas de las personas en el mundo occidental.
La hora primera del día para los judíos corresponde a las 6 de la mañana en nuestro reloj, de manera que la hora novena del día corresponde a las 3 de la tarde. Jesús murió en la cruz a la hora novena, que son las 3 de la tarde. Este dato no está ahí por casualidad, todos los detalles narrados en la Biblia, y en especial, en la semana la crucifixión y resurrección de Jesús, son de gran importancia.
Remontémonos al tiempo de Moisés, allí Dios ordenó matar un cordero sin mancha, con su sangre los judíos debían marcar las puertas de las casas para que cuando el ángel de la muerte viera la sangre del cordero, pasara de largo. Esto es lo que se llama la Pascua judía, aquí el cordero debía ser inmolado el día 14 del mes de Nisán, entre la hora sexta y la novena, o desde la hora novena a la duodécima. Para nosotros esto sería entre las 12 del mediodía y las 3 de la tarde, o, desde las 3 de la tarde hasta las 6 de la tarde.
La Biblia dice que Jesús es el cordero de Dios y, para que todo se cumpliera al pie de la letra, el cordero de Dios debía morir hacia las 3 de la tarde, es decir, a la hora novena, tal como lo hacían con aquellos corderos en la Pascua judía.
Durante su vida, también, Jesucristo enseñó que debíamos orar con existencia y le pidió a los apóstoles que se prepararan en oración para la venida del Espíritu Santo. De aquí se inspira “la novena de Pentecostés”.
Los romanos y los griegos hacían 9 días de duelo por los difuntos. Los primeros cristianos siguieron esta costumbre en cuanto al número de días pero fundamentándose en Cristo. Según San Jerónimo, el padre de la iglesia que tradujo la Biblia al latín, el número 9 en la Biblia indica sufrimiento y dolor.
En la Edad Media, España y Francia introdujeron la novena de preparación para la Navidad, para recordar los nueve meses de embarazo de la Virgen.
De la novena de preparación surgió la costumbre, en Francia y Bélgica, de hacer novenas a la Virgen y a los Santos por diversas intenciones.
Las novenas requieren tres cualidades importantes para poder ser eficaces, una que sea rezada con humildad, otra con confianza y otra con perseverancia.
Innumerables Santos han rezado novenas con humildad, confianza y perseverancia, y con gran devoción, a través de los siglos, y muchos milagros se han logrado con esta oración de las novenas. Jesucristo mismo, en la revelación que le hizo a Santa Margarita María de Alacoque, recomendó la celebración de nueve primeros viernes de mes, consecutivo.
Aunque las novenas no son parte de la oración oficial de la Iglesia, ayudan en nuestra oración cuando están dentro de la sólida doctrina dada por Cristo, porque él es Dios, y ¡con Dios siempre ganamos!