OPINIÓN | José Gregorio Hernandez vivió en constante conversión, por María García de Fleury
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José Gregorio Hernández, lleno de amor a Dios y al servicio de los demás, vivió en perenne conversión. Con afán de perfeccionamiento personal iba a diario a misa. Conoció lo que era la Orden Tercera de San Francisco, una orden seglar para personas que desean vivir la espiritualidad de San Francisco de Asís, en sus casas.
Se unió a ellos y compartió la lectura del evangelio y de las oraciones tanto con personas muy selectas de la ciudad como con gente muy humilde. La misa diaria temprano en la mañana para encontrarse en profundidad con Cristo, con su palabra, y en su presencia eucarística, lo llenaban de fuerzas para vivir el resto del día como testimonio de servicio a Dios y a todas las personas con quienes tuviera trato.
El rezo diario del Rosario y las lecturas espirituales formaban parte de su día. En la noche hacía un examen de conciencia donde pedía perdón por las faltas, pedía ayuda a Dios y daba gracias a Dios por su vida.
La dirección espiritual con Juan Bautista Castro era otro elemento que lo ayudaba a vivir con profundidad las virtudes cristianas. Rezaba siempre el credo de rodillas, como acto supremo de respeto a todas las verdades que en ella se contienen y como el resumen de las doctrinas de Jesucristo en El Evangelio.
Manifestaba esta misma fe en todo lo que hacía en el día a día. Las comidas las bendecía y al finalizar daba las gracias a Dios. El doctor José Gregorio Hernández estaba consciente de la presencia de Dios en todos los momentos de su vida…y de que con Dios ¡Siempre ganamos!