OPINIÓN | José Gregorio Hernández recibió sus primeras enseñanzas en su casa
María García de Fleury
En Isnotú, estado Trujillo, en Venezuela, Dios se hizo presente en la familia de Benigno Hernández y Josefa Cisneros de Hernández con el nacimiento de su primogénito José Gregorio, el 26 de octubre de 1864. Nadie podía sospechar el destino que Dios tenía reservado para este niño.
José Gregorio fue bautizado en la Iglesia Católica del santísimo nombre de Jesús de Escuque. A los tres meses, y al poco tiempo, recibió el sacramento de la Confirmación. Creció en un hogar de profunda piedad cristiana, colmado de amor y de piedad a Dios.
Por falta de sacerdotes y de escuelas públicas, José Gregorio y sus hermanos recibieron sus primeras enseñanzas de catecismo, de devoción a Dios y a la Virgen, conocieron las sagradas escrituras, aprendieron a leer y a escribir, y los principios básicos de matemática de su propia madre, enseñados por ella.
Su hogar fue una escuela básica de formación, por eso decía: «Mi Madre que me amaba desde la cuna me enseñó la virtud, me crió en la ciencia de Dios y me puso por guía a la santa caridad»…porque ella sabía que con Dios, ¡siempre ganamos!