OPINIÓN | José Gregorio Hernández conversaba para sanar
María García de Fleury
Como buen científico, José Gregorio Hernández continuó toda su vida estudiando por su cuenta, lo que le permitió mejorar sus conocimientos.
Era un excelente cirujano. Fue pionero de la medicina psicosomática. Unió siempre la enfermedad con el enfermo; por eso, para cada caso hacía un estudio particular.
Un día le hablaron de un niño muy enfermo y se le presentó en la casa humilde donde vivía y después de revisarlo, salió de la casa y regresó al rato cargado de alimentos, chucherías y un juguete. Conversó con el niño, jugó con él, ambos se rieron y cuando vi que su pacientico estaba curado con su medicina tan original, calmó a la mamá diciéndole: «Señora, su hijo lo que tiene es tristeza de la miseria. Con estas medicinas que le dejé ya se puso bueno».
De él decían, «el doctor Hernández no es un profesional de los que le miran a uno y secamente le dicen que compre esta o aquella medicina, o que guarde cama por tantos días». Él era un amigo y su sonrisa invitaba a vivir y a soñar. Esto lo había aprendido en el Evangelio de Jesús, el hijo de Dios. Y con Dios, ¡siempre ganamos!