OPINIÓN | El Dulce Nombre de la Virgen María, por María García de Fleury
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Cada 12 de septiembre la Iglesia celebra el Santísimo Nombre de la Madre de Dios: “María”. Así lo consigna San Lucas en su Evangelio, para veneración de todos los cristianos: “el nombre de la virgen era María”.
En el libro “El secreto admirable del Santísimo Rosario”, san Luis María Grignion de Montfort cuenta que la Virgen se le apareció a santa Matilde, llevando sobre el pecho la salutación angélica escrita en letras de oro, y le dijo: “El nombre de María, que significa Señora de la luz, indica que Dios me colmó de sabiduría y luz, como astros brillantes, para iluminar los cielos y la tierra”.
La gran devoción al santo nombre de Jesús, que se debe en parte a las predicaciones de San Bernardino de Siena, fueron las que abrieron el camino para conmemorar algo similar con el nombre de María, la madre de Jesucristo. Esta es una celebración que se comenzó a hacer en distintas partes de España.
El dulce nombre de la Virgen María es una fiesta litúrgica cristiana. Para los cristianos, católicos, ortodoxos y otros grupos de cristianos orientales se usan mas bien expresiones como Santísima Virgen María, la madre de Dios.
La iglesia recuerda el nacimiento de la Virgen María cada 8 de septiembre. El Evangelio no proporciona muchos datos acerca de su nacimiento, porque hay varias tradiciones. Algunos dicen que nació en Belén, porqué María es descendiente del Rey David, pero los griegos y los armenios dicen que María nació en Nazareth.
Lo cierto es, que ella es hija de Joaquín y de Ana, quienes después de más de 20 años de casados y sin haber tenido hijos y siempre rezandole a Dios para que les de herederos, cuando ya habían perdido la esperanza de tenerlos, Dios los llenó de gracia con el nacimiento de una niña, que sería la madre del Mesías.
La natividad de la Virgen María comenzó a celebrarse a finales del siglo V en Jerusalén, un 8 de septiembre. Era el día con el que se abría el año litúrgico bizantino.
Por María García de Fleury