#OPINIÓN | El Cura de Ars, Francia, por María García de Fleury
María García de Fleury
El 4 de agosto, la Iglesia celebra a San Juan María Vianney, conocido como el Santo Cura de Ars. Nació el 8 de mayo de 1786 en Francia. Pasó su niñez en la granja de su padre durante el período turbulento de la Revolución Francesa. Esto influyó mucho en él, pues fue un sacerdote clandestino con quien hizo su primera confesión en la sala de su casa; y dos años más tarde hizo su primera comunión en un granero, también en una misa clandestina.
A los diecisiete años respondió al llamado de Dios, pues decía: «Quiero ganar almas para Dios». Su padre se opuso durante dos años a este proyecto porque necesitaba obreros para trabajar en el campo.
De veinte años entró al seminario. Le costó mucho los estudios. Su formación fue larga y difícil. No lograba a prender latín. Viendo su piedad, perseverancia y dedicación a Dios, los superiores convenieron en ordenarlo sacerdote el 13 de agosto de 1815. Más adelante lo enviaron a un pueblo muy pequeño llamado Ars, en Francia.
En sus largas horas frente al Santísimo, le pedía a Dios que quería entregarse por completo a la voluntad divina. Cuando confesaba, las personas salían muy aliviadas y agradecidas de ese momento de reconciliación con Dios que tenían. La fama de buen confesor se fue extendiendo de boca en boca y al poco tiempo habían colas de personas para confesarse; desde gente muy humilde hasta reyes y ministros de gobierno.
Habían personas que pasaban dos o tres días esperando para hacer su confesión con el cura de Ars, a pesar de que confesaba diecisiete horas al día.
Estuvo en varias oportunidades enfermo. Y esas fueron las únicas veces que él salió del pueblo de Ars. Abrió una casa para ser una escuela de niñas que luego se convirtió en un orfanato. Fundó una escuela de muchachos y se la confió a los hermanos de la Sagrada Familia.
Un año antes de su muerte ya se decía que confesaba a más de cien mil personas al año.
Falleció el 4 de agosto de 1859. Nadie podía pensar que el joven menos capacitado del seminario se convertiría en el ejemplo para todos los sacerdotes del mundo.
Pio XII lo declaró santo en 1925. El Papa Juan Pablo II fue en peregrinación a Ars en octubre de 1986 y el Papa Benedicto XVI, durante el año sacerdotal del 2010, lo nombró patrono de los sacerdotes porque cumplió fielmente a su sacerdocio de llevar las personas a Cristo.
La vida del cura de Ars, patrono de los párrocos del mundo, enseña que la humildad, unión y entrega total a Dios suplen todas las deficiencias que podamos tener. Porque con Dios, ¡siempre ganamos!