#OPINIÓN | Atacan a la Iglesia, por María García de Fleury - 800Noticias
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Atacan a la Iglesia. Pero, ¿quién es la Iglesia? La Iglesia somos todos los bautizados: los laicos, sacerdotes, Obispos, el Papa. Todos los bautizados somos La Iglesia; la Iglesia de Jesucristo.

Es una realidad visible, que no es medible ni pude conocerse en toda su plenitud. Porque ¿cómo se puede hacer para conocer todo el bien que se hace? Se hacen cercanos a las personas que sufren, llevan consuelo, paz, ayuda material y espiritual. El volumen es tan grande en obras de amor, el cuidado de enfermos, desvalidos, indigentes, tanta fidelidad en las familias, tanta dedicación para transmitir la fe. Esto no se puede medir. Cristo logra obrar en el corazón y en la vida de cada persona.

Todo lo que se hace por el bien de los demás va más allá de nuestro control. Es una realidad misteriosa porque viene de Dios. Cristo es el modelo. Cuando se mira a Cristo no nos equivocamos.

La Iglesia Católica no es de los hombres; es de Dios. Y representa la belleza, la verdad, la bondad, la trascendencia de Dios. Aunque está hecha por hombres y en distintos momentos de la historia, como en la actualidad, ha sido atacada duramente no ha sucumbido ni sucumbirá nunca porque Jesús dijo: «Las puertas del infierno no podrán contra ella». Es decir, la atacarán pero no vencerán.

Los ataques contra las estructuras eclesiales son actos desesperados de quienes saben que no pueden contra ella ni contra la Santidad de tantos miles de católicos. Pareciera que el origen de los ataques a la Iglesia y a sus instituciones está en no querer aceptar que el hombre y la mujer deben ser sanados con un tratamiento infalible: y ese tratamiento es vivir con dignidad porque estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, en ser felices a través de la familia, entender que es más importante ser que hacer o tener.

Habrán personas que se desvían del camino y caerán en la tentación de atacar a la Iglesia pero el volumen de santidad es tan grande que lo supera. Las edificaciones se pueden reconstruir, podrán matar a muchos católicos pero recordemos que la sangre de los mártires es semilla de muchos nuevos cristianos.

Estamos en el deber de defender nuestra Iglesia, nuestras edificaciones, y sobre todo nuestros valores y principios. Porque ellos llevan a Dios, y con Dios, ¡siempre ganamos!