Nuestro reto este Año Nuevo, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

En la actualidad pareciera que Dios importa cada vez menos, parece que lo que importa es la parte material y la comodidad, la gente se olvida de que existe una dimensión espiritual en la vida que es la más necesaria de todas; nuestra civilización tecnológica, tecnicista, virtual, materialista, quiere imponerse olvidando que los seres humanos necesitamos esa parte del amor, cariño, aceptación de los demás, capacidad de poder sonreír unos con otros, comunicarse, de vivir esa sensación maravillosa de agarrarse a la mano y mirarse a los ojos.

Cuando esa parte del ser humano, que es básica, se trata de eliminar a través de los más sofisticados aparatos, brotan de forma irracional una serie de fundamentalismos, de radicalismos que hieren a las personas. Por su parte, el evangelio de Jesucristo invita al ser humano a que se abra a la trascendencia, a que reconozca que somos seres que necesitamos responder a preguntas como ¿Para qué estoy en la vida?, ¿Cuál es el sentido de mi vida?, ¿Con quién puedo contar?, ¿Quién me ayudará de verdad?, ¿Qué pasa cuando uno muere?

El evangelio de Jesús enseña que somos seres limitados y que cuando estamos abiertos hacia Dios encontramos ayudas, certezas, confianza, seguridades. La respuesta para que nuestra vida sea verdaderamente feliz y abundantemente feliz, están en el evangelio, allí se explica la dimensión espiritual y trascendente de todas las personas, así como la raíz última de la dignidad humana.

Es el llamado a buscar tener una experiencia personal de Dios en la que te descubres amado y perdonado por Dios llamado a recibir gratuitamente un don que supera todas tus posibilidades.

Cuando las personas tienen tantas necesidades, cuando el mundo repite que nada se puede hacer, lo más grande que podemos tener, es la certeza de saber que existe un Dios padre con su hijo crucificado que sigue testarudamente diciéndonos que la comunión entre hermanos si es posible.

La base de esa comunión es un misterio que Dios da gratis a todas las personas que creen en él, que ni la muerte ni el pecado pueden destruir. Cuando encontramos un destello de un amor desinteresado, ahí podemos descubrir un signo del reino de Dios, ver que, si es posible vivir de otra manera, es un signo novedoso y a la vez altamente humanizador, es la máxima expresión de la libertad humana.

Las cosas más valiosas en este mundo no tienen precio, no se compran con dinero, no son respuesta a nuestros méritos, son dones, regalos, como por ejemplo la vida, el amor verdadero, la amistad.

Dios sale al paso con un amor gratuito, un amor que no busca nada para si es un amor desbordante, Dios simplemente invita a cada persona a participar en su vida, el ser humano está hecho para dar en función de la necesidad del otro y no en función del beneficio propio, estamos llamados a introducir este concepto incluso en la vida económica y en las relaciones internacionales, nuestro gran reto es amar buscando el bien del otro y para eso la receta la tenemos en las enseñanzas de Jesús que pasó por la vida haciendo el bien y él es Dios y con Dios ¡siempre ganamos!