Nazareno de San Pablo, arraigo, devoción y fe sanadora
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La veneración al Nazareno de San Pablo en tiempos de pandemia cobra una especial relevancia y traslada a los feligreses al año de 1696, cuando por primera vez esta advocación de Cristo fue venerada en medio de una peste que se había desatado en la ciudad y fue momento propicio para constatar su infinita bondad al conceder el milagro de la sanación de los enfermos.
En su primera procesión hace 324 años, el Nazareno hizo el milagro de curar a los enfermos azotados por la peste del vómito negro o escorbuto que se había expandido con increíble rapidez entre la población, y que había colapsado los servicios fúnebres.
Fue desde ese entonces cuando se dio inicio a una devoción popular que se mantiene arraigada en la cultura religiosa desde hace más de tres siglos y que hoy nos recuerda que la fe es el mayor motor para una población que hoy sufre los embates de una enfermedad que no distingue raza, edad ni ideología política.
La unión en oración
En medio de aquel escenario, laicos y religiosos imploraban a Dios la salvación. Fue así como se decidieron a sacar en procesión solemne la imagen del Nazareno, una figura que había llegado a la ciudad en el año 1674 y que era venerada en la capilla de San Pablo, el Ermitaño, a la que debe su nombre.
En aquel primer recorrido la imagen partió de lo que hoy se conoce como el Teatro Municipal de Caracas (allí se encontraba entonces la iglesia San Pablo) hacia el centro de la ciudad. La historia cuenta que al pasar por una esquina donde había un limonero, la cruz del Nazareno lo tropezó y en su corona de espinas quedaron enredadas varias ramas.
Durante el incidente varios limones cayeron al suelo, lo que algunos feligreses interpretaron como un mensaje divino y los impulsó a tomar sus frutos para hacer limonada. El jugo surtió efecto, al poco tiempo se curaron los enfermos y cesó la epidemia.
De allí en adelante la esquina donde ocurrió el hecho fue bautizada como la de Miracielos y el árbol como el Limonero del Señor. El milagro sirvió para intensificar la devoción de los feligreses y convertir al Nazareno en el protagonista de la Semana Santa o Pascua venezolana.
La figura sagrada alcanzó tanta notoriedad que fray González de Acuña decretó el Miércoles Santo como el día para su veneración, tradición que se mantiene arraigada en la costumbre venezolana y que congrega cada año a miles de creyentes en la Basílica de Santa Teresa, en un peregrinaje que dura entre tres y cuatro horas.
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Veneración histórica
Cada año, el Nazareno moviliza a los venezolanos desde grandes distancias, hacia las principales iglesias del país donde la tradición ha alcanzado un prestigio notable.
Los devotos vestidos de morado le pagan penitencia al Nazareno, acompañándolo en una procesión que tradicionalmente se extiende durante 3 o 4 horas, todos los miércoles Santos. Sin embargo, desde 2020 la tradición ha tenido que ser cambiada para garantizar las medidas de bioseguridad para frenar los contagios del Covid-19.
Días antes de la celebración, los devotos adornan la imagen con cinco mil orquídeas. Para su salida procesional, es vestido con una túnica morada, bordada con hilo de color oro, con los símbolos de la pasión, y adornada con decenas de perlas.
En este 2021, al igual que el año pasado, la procesión del Nazareno no dejará de cumplirse pese a que no serán los fieles quienes acudan a la iglesia. Al contrario, una vez más Jesús recorrerá las calles de Caracas a bordo de un papamóvil que lo llevará por ocho puntos de la capital para dar la bendición a los feligreses que esperan de él el mayor de los milagros: La sanación de los pacientes que hoy luchan contra el Covid-19.
Con información de: Crónica Uno