Navidad y el Niño Jesús
Por María García de Fleury
Esto me sucedió hace muy poco motivo de la Navidad, fuimos a un orfanato donde se encontraron niños de nuestro país y otros inmigrantes. Íbamos con el propósito de contarles la historia tradicional de la Navidad, les contamos acerca de María y José llegando a Belén, de cómo no encontraron lugar en las posadas por lo que debieron ir a un establo donde finalmente el niño Jesús nació y fue puesto en un pesebre.
A lo largo de la historia los niños de los empleados del lugar escuchan con atención tratando de captar cada palabra. Cuando terminamos la historia le dimos a los niños tres pequeños trozos de cartón para que se hicieran un pesebre. A cada uno se le dio también un cuadradito de papel cortado de una servilleta de color amarillo. Siguiendo las instrucciones los niños cortaron y doblaron en papel cuidadosamente colocando las tiras como paja, además le entregamos unos pequeños cuadritos de franela cortados de un viejo camisón para que se hicieran la cobijita para el bebé. De un fieltro marrón que también les dimos cortaron las figuras de un bebé.
Mientras los niñitos estaban atareados armando sus pesebres yo caminaba entre ellos para ver si necesitaban ayuda. Todo estuvo bien hasta que llegó donde el pequeño Andrés, allí él estaba sentado parecía tener unos 6 años y había terminado su trabajo. Cuando miré el pesebre me quedé sorprendida de no ver un solo niño dentro de él, sino dos niños.
Entonces le pregunté ¿Andrés porqué hay dos niños en el pesebre? Andrés cruzó sus brazos y quitó la escena del pesebre y comenzó a repetir la historia muy seriamente para hacer el relato de un niño de 6 años que había escuchado la historia de Navidad una sola vez. Estaba muy bien hasta que llegó la parte donde María puso al bebé en el pesebre.
Allí Andrés empezó a inventar su propio final para la historia y dijo «y cuando María dejó al bebé en el pesebre, Jesús me miró y me preguntó si yo tenía un lugar para estar, yo le dije que no sabía de mi mamá ni de mi papá y que no tenía un lugar para estar. Entonces Jesús me dijo que yo podía estar allí con él. Le dije que no podía porque no tenía un regalo para darle, pero yo quería quedarme con Jesús, por eso pensé qué cosa le puedo dar como regalo y se me ocurrió que un buen regalo podría ser darle calor, por eso le pregunté ¿Jesús sí te doy calor sería eso un buen regalo para ti? y Jesús me dijo «si me das calor ese será el mejor regalo que jamás hayas recibido». Por eso me metí dentro del pesebre y Jesús me miró y me dijo «puedes quedarte ahí para siempre».
Cuando el pequeño Andrés término su historia sus ojitos brillaban llenos de lágrimas empapando su mejilla. El pequeño Andrés había encontrado a alguien que jamás lo abandonaría, ni abusaría de él, alguien que le daría seguridad, amor, confianza y estaría con él para siempre y yo aprendí que no son las cosas que tienes en tu vida lo que cuenta, sino a quién tiene lo que verdaderamente importa.
En esta Navidad busquemos la amistad de Jesús que nace en Belén porque él es el amigo que nunca falla, ÉL es Dios y con Dios siempre ganamos.