Naomi Osaka no pudo disfrutar de su momento mágico - 800Noticias
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EFE

La final femenina del Abierto de EE.UU. forma ya parte de la historia, con un gran triunfo de la joven japonesa Naomi Osaka, que ganó su primer título de Grand Slam, pero que se quedó sin poder disfrutar el momento mágico de la celebración por culpa de la polémica y bochornosa actuación que protagonizó su «ídolo» de infancia y rival, la estadounidense Serena Williams.

Después de haber protagonizado un gran tenis, superior al de su rival, Osaka fue testigo del descontrol de Williams, que perdió los nervios tras recibir advertencia y penalizaciones por parte del juez de silla de la final, el portugués Carlos Ramos, y que con su comportamiento convirtió el gran duelo en un espectáculo poco edificante.

Serena llegó a calificar a Ramos de «ladrón», lo que le costó la pérdida de un juego, mientras que los aficionados tomaron partido por su favorita y mantuvieron los abucheos cuando Osaka ya se había convertido en la nueva campeona.

Ante ese ambiente de crispación, la mayor parte de los aficionados deseaban más «pelea», pero Osaka, de 20 años, hizo historia al convertirse en la primera japonesa que ganaba el Abierto de Estados Unidos y un título de Grand Slam.

La nipona cerró el partido con un saque ganador, y luego se fue lentamente hacia la red sin mayor entusiasmo, cuando quizás debería haber explotado de júbilo y celebración tras haber visto realizado el sueño de su vida: jugar una final de Grand Slam ante Serena y ganarla.

Pero sucedió lo contrario, caminó hacia la red sin exteriorizar emoción alguna, se inclinó hacia Williams, que la esperaba en la red para abrazarla en una expresión reconfortante.

En ese momento, Osaka perdió la grandeza del momento mágico de haber logrado la victoria que la catapultó como nueva promesa del tenis mundial y que llega además para formar parte del cambio generacional.

Luego, cuando la nueva campeona se dirigió al escenario para la entrega de trofeos, los abucheos continuaron de forma antideportiva. Naomi se quitó la visera negra que llevó durante el partido y bajó los ojos. Las lágrimas corrían por sus mejillas y parecía como si quisiera desaparecer.

La marginación con la que fue tratada Osaka por el público neoyorquino hizo que la propia Williams, durante la conferencia de prensa, reconociese que no era «justo» lo que le estaba pasando Osaka tras haberse proclamado nueva campeona del Abierto.

«Me sentí mal porque la vi llorando en silencio y no sabía si eran lágrimas de felicidad o de tristeza. Sentí como, ‘Wow, esto no es lo que viví yo cuando gané mi primer Grand Slam (1999). Definitivamente no quería que se sintiera así y traté de animarla a la vez que pedí que se acabasen los abucheos», declaró Williams. «Hagamos de este el mejor momento posible», añadió.

Pero el daño ya estaba hecho y la propio Osaka cuando tuvo la palabra, en lugar de hablar de la felicidad de haber conseguido el título, se dedicó a pedir «disculpas» a los aficionados por haber derrotado a su favorita.

«Sé que ella quería ganar el 24º Grand Slam», declaró Osaka en su conferencia de prensa posterior al partido. «Todo el mundo sabe esto. Está en los comerciales. Está en todas partes. Pero cuando entro a la cancha, me siento como una persona diferente. No soy una fanática de Serena. Solo soy una tenista que se enfrenta a otra rival».

Sin embargo, reconoció que al margen de todo lo sucedido en la pista con la polémica, de la que siempre se mostró al margen, cuando recibió el abrazo de Williams en la red se había sentido como una niña.

Esa amabilidad, tanto como el increíble juego de su rival, que siempre ha admirado y tratado de emular, es lo que Osaka dijo que recordará siempre de Williams en una noche en la que entró a formar parte de la historia del tenis mundial, y evitó que su «ídolo» de niña la ampliase.

Un logro deportivo que fue reconocido en las redes sociales, que también cuestionaban el comportamiento que Williams mostró en un escenario tan grandioso como la pista central Arthur Ashe Stadium, donde Osaka fue siempre superior.

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