Nadal derrota a Djokovic y conquista su décimo Masters 1.000 de Roma
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Nadal no tiene límites, aunque enfrente esté el número uno del mundo. Rafa tumbó a Djokovic en la final de Roma por 7-5, 6-1 y 6-3 e igualó el número de Masters 1.000 del serbio con 36 títulos. El décimo título de Rafa en el Foro Itálico, sí diez, llegó después de una final que alimenta el sueño del décimo cuarto Roland Garros.
El español sobrevivió en sus dos primeros partidos, creció en los cuartos y la semifinal y volvió a ser más sólido que el serbio en la final. No fue lo del último Roland Garros, pero Rafa volvió a ser superior. Supo leer mejor el partido, superar la crisis del segundo set y aprovechar sus oportunidades como nadie.
A la mínima fragilidad de Djokovic, a por él. Su derecha y su servicio mandaron cuando lo necesitaba y de esa forma cierra la gira sobre tierra con dos títulos -Barcelona y Roma- y dos cuartos de final -Montecarlo y Madrid-. En esta etapa no ha tenido problemas físicos, ha podido competir sin sobresaltos y el monumental desafío de París llega en dos semanas.
La primera incógnita de la final era el estado físico del serbio. Rafa apenas se pasó hora y media el sábado en la pista. Los trabajos forzados habían sido en las rondas anteriores, sobre todo con Sinner y Shapovalov. Nole se tiró casi cinco horas para alcanzar una nueva final en Roma. La lluvia le impidió terminar el partido con Tsitsipas el viernes. Así que tuvo sesión doble para llegar a la final: por la mañana el griego y por la tarde Sonego. Importaron poco las horas extra porque Djokovic arrancó como un tiro. Logró un break en el primer saque de Nadal.
Una de las virtudes del serbio, como de Rafa, es su capacidad para resetearse. Se olvidó de lo que acababa de pasar en la anterior hora y cuarto para apretar en el segundo set desde el principio. El zurdo tuvo que levantar un 0-30 en su primer saque, no pudo aprovechar una bola de ruptura en el siguiente juego y sufrió un break en el cuarto. El balcánico volvía a estar por delante porque desactivó al Rafa que estaba dominando el partido en el último tramo del primer set. Comenzó a intercambiar golpes de todos los colores, recurrió a dejadas letales con frecuencia y Rafa dejó de amenazar en cada golpe. Djokovic sumó un nuevo break en el sexto juego y volvió a tomar carrerilla. La del principio de partido apenas duró un pestañeo. Había que comprobar si la final realmente había cambiado de rumbo o Rafa regresaba.
La duda ofende. Rafa dejó una pista. Cerró el primer juego con un sonoro “Vamos”. El mejor aviso. El partido volvió a endurecerse. Djokovic asumió que era el momento de resistir porque el Nadal frágil del último tramo del segundo set había desaparecido. El Nadal del segundo set no hubiera sido capaz de levantar dos bolas de break en el quinto juego. El de toda la vida sí y fue el que desactivó la amenaza del balcánico y enseñó colmillo en el sexto juego. Un passing de los de siempre llevó el 4-2 después de un juego en blanco para el español. El serbio volvió a dar síntomas de no sentirse a gusto. Lógico. Salvó la primera bola de partido. En la segunda cometió un error con un revés a dos manos. Y el título fue al de casi siempre. Diez títulos en Roma, once en Montecarlo, doce en Barcelona, trece en París… Rafa es increíble.
Con información de La Razón