Muere el ciclista Michele Scarponi al ser arrollado en Italia
El Mundo
Completaba la puesta a punto para la centenaria edición de un Giro de Italia que comienza en dos semanas. Tras la baja de Fabio Aru, sus jefes del Astana le habían confirmado que sería el jefe de filas del equipo. Venía en buena forma, porque justo ayer había terminado en cuarta posición el Tour de los Alpes, en el que se impuso en la primera etapa. Michele Scarponi llegó el viernes por la noche, salió a rodar la mañana del sábado y fue embestido por una camioneta en una carretera paralela a Filottrano, en la provincia de Ancona, donde el ciclista tenía su residencia.
Según la agencia italiana Ansa, el accidente se produjo en una intersección de la vía. El conductor de una Fiat Iveco no habría respetado la preferencia de paso y lo arrolló. En las primeras declaraciones ante los Carabinieri dijo que no había visto al ciclista, aunque ahora será investigado por posible homicidio en carretera. El ‘Águila de Filottrano’, una tierra en el corazón de la península italiana fértil de buenos ciclistas, murió allí mismo, a no muchos kilómetros del Parque Nacional del Gran Sasso, santuario para los campeones.
Michele Scarponi tenía 37 años y una ascendencia proporcional a su edad en el pelotón. Todo homenaje póstumo será generoso, aunque él, por suerte, no tuvo que esperar a convertirse en una víctima más del riesgo de este deporte para escucharlos.
Scarponi representa la transición de una época a otra de este deporte, la del ciclismo antes y después de Eufemiano Fuentes. Scarponi ni siquiera fue ajeno a los técnicas dopantes del doctor español. En 2006 admitió haber participado en esas sesiones sórdidas de intercambio de sangre, por lo que fue sancionado con 16 meses de inhabilitación.
Tocaba volver a empezar y de ahí surgió una buena hornada de excelentes profesionales. Mejor dicho, resurgió, porque los ciclistas eran los mismos, pero sólo consiguieron salir adelante los que mostraron un mayor empeño. En eso los habitantes de Las Marcas -una región del centro de Italia golpeada históricamente por los terremotos, como los que también afectaron el pasado verano- son grandes expertos, de modo que a base de esfuerzo, el buen escalador Scarponi terminó convirtiéndose en un líder.
Su triunfo de más relumbrón le llegó, sin embargo, por casualidad. En 2011, como jefe de filas del Lampre, llegó al último día del Giro como segundo clasificado, con seis minutos de retraso sobre Alberto Contador. Meses después, estalló el escándalo de dóping del madrileño, le desposeyeron de varios títulos y Scarponi heredó esa maglia rossa, a la que nunca le dio gran importancia, pero que engalanaba sus vitrinas.
Aquel fue su año, porque además consiguió imponerse en la Volta a Cataluña o el Giro del Trentino. Antes ganó varias etapas en el Giro de Italia y en la Tirreno-Adriático, fue segundo en un Giro de Lombardía y se quedó con las ganas de llevarse la Lieja-Bastogne-Lieja, su prueba fetiche. Scarponi estaba más cómodo rodeado la épica del momento que en la regularidad que se exige en las carreras largas. Con su carrera a punto de finalizar, en el Astana le habían pedido un último esfuerzo para que comandara a un equipo que se había quedado sin timón en este Giro.
El veterano escalador ya había aceptado, como siempre había hecho, cuando le tocó ser un gregario o cuando se convirtió en jefe de filas. Por eso sus compañeros siempre lo respetaron. Alberto Contador, Alejandro Valverde, Vincenzo Nibali o Fabio Aru reaccionaron rápidamente en las redes sociales para mostrar su tristeza ante la muerte de un compañero. En la última imagen que deja sus dos niños cabalgan a lomos del ciclista. La publicó en Twitter la noche del viernes junto a un mensaje en el que se leía: «aunque sea sólo por un día, he pensado llevarme a casa dos camisetas de líder«. Ejerciendo también en casa como gregario y gran campeón.