Muchas Jóvenes en el Carmelo, por María García de Fleury
María García de Fleury
La espiritualidad carmelita es una propuesta que enriquece a muchos jóvenes en su vida cotidiana. ¿Por qué? Por la sencillez propia que tiene el carmelo y la gran alegría que se vive allí.
Hablemos hoy de algunas santas carmelitas jóvenes. Por ejemplo, Santa Teresa de los Andes, que vivió entre 1900 y 1920.
Era una joven bonita, chistosa, afectiva, gran deportista, le encantaba montar a caballo. Y se sintió llamada de repente a entrar en el carmelo. Falleció a los 19 años, pero dejó una serie de escritos que inspiran paz y valentía. Y al leer sus vivencias y anécdotas tan graciosas, junto con todos los obstáculos que tuvo que sobrepasar, nos sentimos reconfortados.
Santa Isabel de la Trinidad, en tan solo 26 años de edad, descubrió el antídoto contra la soledad y la depresión. ¿Y saben cuál es? La conciencia de vivir el misterio de la Santísima Trinidad. Dejó escrito que no se trata de una presencia estática, sino de un amor capaz de crearnos día a día. El alma más culpable es la que más derechos tiene en esperar la intervención divina, porque la misión y el deseo de Dios es sanar y perdonar con su amor, convirtiéndonos en alabanzas de gloria. Eso decía Isabel de la Trinidad.
Otra jovencita es María Felicia de Jesús Sacramento. Es una jovencita que vivió entre 1925 y 1959. Vivió 34 años. La llamaban chiquitunga porque era menudita. A los 16 años entró a formar parte de la acción católica y allí se enamoró de un compañero llamado Ángel Zahua. Juntos compartían el amor a Jesús, ella como profesora y él como estudiante de medicina. Los domingos ayudaban a los enfermos de las familias pobres del barrio obrero. Y juntos compartían la convicción de sublimar sus sentimientos temporales al servicio de Dios en castidad.
María Felicia, con su temperamento muy activo, de repente comenzó a sentir atracción hacia la vida contemplativa y del monasterio. Decía, estoy enamorada de Zahua, pero más enamorada estoy de Jesús. Sublimar el amor humano, entregarlo, ay amigo, eso es cruz, es dolor. Pero María Felicia entró en el carmelo y cada día se enamoraba. Ella se enamoraba más de la presencia viva de Jesús en la Eucaristía. María Felicia creyó en los criterios mismos de Jesús acerca de lo que es más fecundo a sus ojos.
Como ella se autodefine en una de sus poesías, ando con las rodillas en el suelo, los brazos elevados en cruz, soy un puente misterioso entre los más necesitados de la tierra y los más felices del cielo.
Otra santa carmelita joven fue Santa Teresita del Niño Jesús, quien vivió apenas 24 años. Pero la clave de la santidad está en hacer las cosas pequeñas. En las cosas grandes para las obras de Dios, allí no estaban para ella. Es más, decía que a Dios le gustan las cosas pequeñas porque en muchas ocasiones es mucho más complicado poner amor en las cosas simples, como por ejemplo ayudar a un compañero.
Teresita del Niño Jesús se dio cuenta de que lo que le agrada a Dios de mi pequeña alma es que ame mi pequeñez y mi pobreza. ¿Por qué? Porque es ahí donde Dios se puede encontrar contigo y conmigo. Es en la fragilidad donde Dios quiere hablarnos más que en los éxitos o en las hazañas.
Simplemente, el verse débil es una manera de acercarnos a Dios para pedirle ayuda.
Amigos, enriquecernos con la espiritualidad que tiene cada santo brinda respuestas profundas que tienen que ver con el sentido de la vida, sobre todo en esa edad de la búsqueda que se da en la juventud. Los carmelitas comprenden la riqueza y los beneficios que tienen los jóvenes para acercarse a Dios.
Los carmelitas comprenden la riqueza y los beneficios que tienen los jóvenes para acercarse a Dios. Los carmelitas comprenden la riqueza y los beneficios que tienen los jóvenes para acercarse a Dios.
A través de la espiritualidad carmelitana, porque saben que con Dios siempre ganamos.
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