Mensaje de la Virgen de La Salette, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

María García de Fleury

El 19 de septiembre de 1846, la Madre de Dios le apareció a dos pastorcitos sobre la montaña de la Salette, en Francia. Melania Calvat, de 14 años, y Maximino Giraud, de 11 años. Pastorearon sus vacas cuando vieron sobre una piedra un globo de fuego. Se acercaron y vieron a una mujer sentada, con la cara oculta entre sus manos, los codos apoyados sobre las rodillas, en una actitud de profunda tristeza.

Ella les habló en francés y les dijo, acérquense hijos míos, no tengan miedo, estoy aquí para contarles una gran noticia. La mujer no cesaba de llorar, estaba vestida de largo como las mujeres de la región, con un gran delantal en la cintura, pañuelo cruzado, anudado en la espalda, gorra de campesina, rosas en su cabello, pañuelo y zapatos.

En su frente una luz brillaba como una diadema. Sobre sus hombros tenía una gran cadena y otra cadena más fina como un crucifijo. Primero les confió un mensaje público, después a Maximiliano solo un secreto, luego a Melania un mensaje que podría publicar en 1858.

Esta es una de las apariciones más trascendentales de todos los tiempos, sobre todo porque la Virgen habla con mucha anticipación del anticristo y desde 1846 hasta hoy en día y que muchos quieren callarla. En resumen les dijo, dirijo a los discípulos de Dios que vive y reina en los cielos.

Llamo a los verdaderos invitadores de Cristo hecho hombre. Llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos. Es hora de que salgan, de que alumbren la tierra. Vayan y muéstrense como mis hijos queridos. Estoy con ustedes y en ustedes siempre que su fe sea la luz que los alumbre en estos días de desgracia. Que su celo los haga como los hambrientos por la gloria y honor de Jesucristo. Combatan, hijos de Dios.

Ustedes pequeños en número, porque he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los files. Luchen con las armas de la fe y del amor. Y les agregó, la sangre fluirá por todas partes. Las iglesias serán cerradas y profanadas. Los malos libros abundarán sobre la tierra y los espíritus de las tinieblas difundirán por todas partes un relajamiento universal para todo lo que se relacione con el servicio de Dios.

Y estos adquirirán un enorme poder sobre la naturaleza. San Miguel Arcángel se precipitará y la tierra, que habrá estado tres días en continuas convulsiones, abrirá su seno en llamas. Entonces el agua y el fuego purificarán a la tierra y consumirán todas las obras del orgullo del hombre y todo será renovado.

Dios será servido y glorificado. Esta aparición fue aprobada el 19 de septiembre de 1851 por Monseñor Filiberto de Bruyal, obispo de Grenoble, en una carta pastoral. El 1 de mayo de 1852 publicó otra carta pastoral anunciando la construcción de un santuario sobre la montaña de la Salet y la creación de un cuerpo de misioneros diosesanos que él denomina los misioneros de Nuestra Señora de la Salet.

Y añadió, la Santa Virgen se apareció en la Salet para el universo entero. ¿Quién puede dudarlo? Hoy son innumerables los hombres y mujeres de todas las razas y países que han encontrado en el mensaje de la Salet el camino de la conversión, la profundización de su fe, el dinamismo para su vida cotidiana, las razones de su compromiso con y en Cristo, al servicio de los hombres, porque con Dios siempre ganamos.

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