Martin Scorsese rinde tributo a sus ídolos italianos al ser premiado en Roma
EFE
La XIII Fiesta del Cine de Roma premió este lunes la carrera de Martin Scorsese, quien recordó sus raíces sicilianas y rindió tributo a los maestros que le marcaron, como Pasolini o Fellini, con el que planeó un documental jamás realizado.
El director estadounidense, de 75 años, recogió el premio a su carrera del certamen romano de manos de su «amigo» Paolo Taviani, quien encomió su dilatado registro cinematográfico al señalar que «con sus obras y trabajos nos ayuda a comprender quiénes somos».
La ceremonia sirvió a Scorsese para homenajear con el recuerdo a algunos de los autores italianos que ejercieron «un impacto» en sus años formación entre las décadas de 1950 y 1960, con especial mención a los grandes maestros del Neorrealismo.
El cineasta reconoció que aquellas historias llegadas de Italia enriquecieron «sin duda» su idea y estilo de cine.
Una de las películas que más le impactó fue «Accatone» (1961), retrato que Pier Paolo Pasolini rodó sobre los sórdidos suburbios romanos y que supuso la primera vez en la que -dijo- vio reflejados a los personajes del barrio neoyorquino en el que se crió.
«Yo crecí en un duro barrio de Nueva York (Queens). Fue la primera vez que vi personajes con los que logré identificarme (…) Fue un shock porque yo comprendía a los personajes (de Pasolini)», rememoró el oscarizado realizador.
Entre sus ídolos de juventud citó a Roberto Rossellini, de quien apreció el afán didáctico de sus obras para televisión, Vittorio De Sica, Ermanno Olmi o Michelangelo Antonioni, de quien destacó su forma de encuadrar la trama.
«He aprendido a mirar al cine viendo repetidamente ‘L’Avventura’ (1960) por su ritmo y su uso del espacio», reconoció Scorsese.
En su panteón personal también figuran grandes directores de la empobrecida Italia meridional, como aquella Sicilia que sus abuelos abandonaron en 1910 para emigrar a Nueva York.
Puso como ejemplo la película con la que el napolitano Francesco Rosi indagó en la muerte del bandolero Salvatore Giuliano (1962), o «Divorzio all’italiana» (1961), la sátira de Pietro Germi sobre los «crímenes de honor» en la isla mediterránea.
Scorsese aseguró que «los miles de años de sufrimiento» de los pueblos sicilianos eran perceptibles en la personalidad de sus propios abuelos.
«Siempre me preguntaba por qué no se fiaban de las administraciones», apuntó, en alusión a la corrupción.
Pero entre las historias ambientadas en esa isla destacó «Il Gattopardo» (1963), de Luchino Visconti, grabada en el castillo de Donnafugata, una zona próxima a Ragusa de la que era originaria su propia abuela.
Scorsese reservó el último de sus recuerdos en su tarde romana a Federico Fellini: la primera película que vio del maestro fue «La Strada» (1954) y explicó que le conoció en varias ocasiones, hasta visitar incluso el rodaje de «La città delle donne» (1980).
Su relación con el autor de «La Dolce Vita» (1960) fue tan próxima que ambos llegaron a planear un documental sobre el mundo del cine y de los actores, para el que Fellini ya había preparado los guiones y que iba a ser producido por Universal.
Sin embargo, nunca llegó a realizarse al morir Fellini en 1993.
«Son películas que me inspiraron para el futuro, que fueron para mi una escuela de cine y de las que se puede encontrar trazos en mis obras», explicó el cineasta.
Sus casi dos horas de lección magistral sobre el séptimo arte y la pasada edad de oro de la cinematografía italiana concluyó con una apuesta por el futuro: «Quien tenga poder para ello, que ayude a los jóvenes directores italianos», zanjó, ya con el premio en las manos.