María Magdalena, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

por: María García de Fleury

María Magdalena se llamaba así porque venía de Magdala, un pueblo sobre la orilla occidental del mar de Galilea, San Lucas dice que era una pecadora. Cristo cenaba en casa de un fariseo y llevó a esta pecadora que se arrojó al suelo frente al Señor, se echó a llorar y le mojó los pies con sus cabellos, después lo ungió giro con el perfume que llevaba.
El fariseo impresionado, interpretó el silencio de Cristo como una especie de aprobación del pecado y pensó; «si este supiera quién es esa mujer». Jesús le recriminó su pensamientos, le habló de la parábola de los deudores y finalizó diciendo: «Sus numerosos pecados les quedan perdonados por el mucho amor que ha manifestado». Jesús luego le dijo la mujer: «tus pecados te quedan perdonados, tú fe te ha salvado, vete en paz».
San Lucas habla de los viajes de Cristo por Galilea y dice que lo acompañaban los apóstoles y le servían varias mujeres, entre ellos estaba María Magdalena, de la que había arrojado 7 demonios.
Amigos, María Magdalena es un excelente ejemplo de una persona que estaba haciendo las cosas mal en la vida, ella lo sabía y en lugar de quedarse allí con una mente y un espíritu estático diciendo «ya no puedo hacer más nada al respecto», optó por tener una mente y un espíritu en crecimiento; la mente en crecimiento dice: «sé que es real que soy malo en esto, pero se que puedo mejorarlo, aquí es donde estoy, pero puedo llegar mucho más lejos»
La actitud de que puedo esforzarme y salir adelante, es la de una mente en crecimiento, este tipo de actitud en una persona permite que acepten más fácilmente la derrota y el fracaso porque sabe que puede volver a levantarse a esforzarse y hacerlo mejor.  La Iglesia católica siempre ha trabajado con este tipo de mente, Dios sabe cómo somos, para qué servimos, para lo que somos buenos, para lo que no lo somos, ve donde somos débiles, donde estamos heridos, donde ganamos.
Dios esta cerca nosotros mostrándonos lo que podemos ser, el sacramento del crecimiento es el sacramento de la confesión, porque me ayuda a ver que no soy tan bueno como debería ser y Dios te da la gracias para que puedas seguir adelante, como le dijo la Magdalena, porque amó mucho le son perdonados sus muchos pecados, tu fe te ha salvado.
A veces podemos sentirnos que somos unos fracasados frente a Dios como la Magdalena, que no se atrevía a levantar los ojos, pero como le dijo Jesús; «podrás haber fracasado, podrás haber hecho mal, eso no lo ignorar, es una realidad, pero estoy aquí para ayudarte a que te levantes, que vuelvas encontrar el camino. Estoy dispuesto a perdonarte y darte mi gracia para que salgas adelante», como le sucedió a la Magdalena, que de gran pecadora pública llegó a ser santa.
Cada vez que caes y te levantas es un triunfo, cada vez que luchas es una ganancia, estamos llamados a luchar en esta vida y cada lucha por superarnos nos lleva a ser mejores, a crecer,  hoy podrás no ser una buena persona ni la persona que quisiera ser, pero eres alguien, alguien que puedes llegar a ser, eres una persona que puede crecer, estás hecho para ser santo y si lo puedes lograr esforzándote por ser mejor con la gracia de Dios, porque con Dios ¡siempre ganamos!