María, la Madre de Dios, es Reina, por María García de Fleury
Por María García de Fleury
Cuando María se enteró que iba a dar a luz a Jesús, también se enteró que era una reina, el ángel le dijo: «concebirás y darás a luz un hijo el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y reinará sobre la descendencia de Jacob para siempre, su reino no terminará nunca».
Allí el ángel le estaba diciendo que ella la madre del rey eterno. En el antiguo testamento la madre siempre era la madre del rey, no la esposa porque estas podían variar, la reina del nuevo testamento fue honrada como las reinas del Antiguo Testamento. Recordemos como reaccionó Isabel ante María cuando exclamó a gran voz: «bendita, tú eres entre todas las mujeres y bendito es el hijo que darás a luz, ¿Por qué yo soy tan favorecida que la madre de mi Señor venga a mí?»
María es Reina, porque está asociada de modo único a su hijo tanto en el camino terrenal como en la gloria del cielo, la realeza de María deriva de su maternidad, ella es la madre del Señor, ella es la madre del Rey de Reyes y muestra a Jesús como nuestra vida, salvación y esperanza.
El papa Pablo VI recordaba en su exhortación apostólica Marialis Cultos que en la Virgen todo es relativo Cristo y todo depende de Cristo, es por él que Dios Padre desde toda la eternidad la ha elegido como toda madre santa y la ha adornado con dones del Espíritu Santo que ha nadie más le ha concedido.
María reina porque es consecuencia de su unión con el hijo, de su estar en el cielo, que está en comunión con Dios, participa de las responsabilidades de Dios por el mundo y del amor de Dios por el mundo. La realeza y el ser de Cristo están entrelazados con la humildad, con el servicio, el amor, esa realeza es ante todo servir, ayudar y amar. Recordemos que Jesús fue proclamado rey en la cruz con la inscripción escrita por Pilatos, rey de los judíos. En ese momento en la cruz se muestra que él es rey y como es el rey fue sufriendo por nosotros, amando hasta el extremo y así el gobierna y crea la verdad el amor y la justicia.
Pensemos también en otro momento, en la última cena, Jesús se inclina para lavar los pies de sus discípulos, por lo tanto la realeza de Jesús no tiene nada que ver con la de los poderosos de esta tierra, él es un rey que sirve a sus siervos, lo demostró durante toda su vida y eso lo mismo sucede con María, ella es reina en su servicio de Dios a la humanidad. Es reina del amor que el don de sí misma, para entrar en el plan de salvación del hombre.
Al Ángel, María responde «he aquí, esclava del señor», y en el magníficat canta: «Dios ha mirado la humildad de su esclava».
María nos ayuda, ella reina precisamente amándonos, ayudándonos en todas nuestras necesidades, ella es nuestra hermana, humilde servidora.
En la Biblia aparece María como Reina, en el libro de Apocalipsis se habla de una mujer con una corona de doce estrellas sobre su cabeza que da a luz al hijo varón está destinado a gobernar a todas las naciones. María debe ser honrada, pero el Padre el Hijo y el Espíritu Santo deben ser adorados, nadie debe adorar a María.
Digamos así: «Santísima Virgen María, pongo mi vida a tu servicio como mi reina, dame tu comunión con el hijo, tu asociación con el Espíritu Santo y tú obediencia al Padre, porque tú has demostrado que con Dios ¡siempre ganamos!»
Únete a nuestro canal de Telegram, información sin censura: https://t.me/canal800noticias