Manny Pacquiao, gigante en el boxeo y cruzado en la política
AFP
El púgil filipino Manny Pacquiao sigue entrenándose con la saña que lo ha convertido en un gigante del boxeo, pero cuando sale del cuadrilátero, utiliza expresiones oscuras inspiradas de la Biblia para hablar de cruzada política contra el mal.
El boxeador de 37 años salió de la pobreza a fuerza de puñetazos y se ha convertido en uno de los deportistas mejor pagados del mundo.
Al término de un entrenamiento en General Santos, su ciudad natal en el sur del archipiélago, el ocho veces campeón del mundo explica a la AFP que espera impaciente el combate contra Timothy Bradley en abril, el último de su carrera, tras el cual colgará los guantes para dedicarse plenamente a su carrera política.
Pacquiao, que ya es miembro de la cámara de representantes del parlamento filipino, aspira a ser elegido senador en mayo y no descarta una eventual candidatura presidencial.
Filipinas es un país que adora elegir a gente famosa y según algunos analistas Manny Pacquiao tendría muchas posibilidades de ser presidente.
De poca estatura y buenas espaldas, Pacquiao es apreciado en los círculos deportivos por su lado simpático y por evitar hablar mal de sus adversarios.
Pero cuando se trata de política, no anda con miramientos: con el fervor de un playboy arrepentido, se lo toma como una cruzada religiosa.
Educado en el catolicismo, como el 80% de los filipinos, Pacquiao se convirtió al evangelismo a principios de los años 2010 y aseguró que fue elegido por Dios para difundir el mensaje de Cristo.
«Mi objetivo es servir al pueblo con honestidad y revelar las cosas malvadas y detestables a los ojos de Dios que hacen la mayoría de políticos», dice el boxeador.
Este fervor religioso le valió una polémica mundial la semana pasada tras comparar a los homosexuales con los animales. Luego de estos comentarios, la empresa estadounidense de artículos deportivos Nike puso fin a sus relaciones con el púgil.
El boxeador agregó luego a su cuenta Instagram una cita bíblica incendiaria, antes de suprimirla rápidamente, advertido por sus consejeros.
«Si un hombre se acuesta con un hombre como lo hace con una mujer, los dos han hecho algo abominable ; deben ser castigados a muerte: su sangre caerá sobre ellos», había escrito.
El púgil rechaza arrepentirse. «Lo que estaba mal fue simplemente el hecho de comparar la gente con animales, pero ustedes saben que lo que digo es la verdad», declara a la AFP.
«Sólo digo lo que dice la Biblia. Creemos en Dios y tenemos que honrar la palabra de Dios», agrega.
Pacquiao se opone también al divorcio, al aborto y a la anticoncepción. Como representante, votó contra una ley que daba preservativos gratis a los filipinos pobres.
Pacquiao no siempre ha sido un ferviente defensor de la unidad sagrada de la familia. La esposa de este padre de cinco hijos de desahogaba antes en público contando las infidelidades de su marido. También es conocido por su interés por los juegos y el alcohol.
«Me doy cuenta de que era débil. Si me hubiera muerto antes, creo que mi alma habría ido al infierno», declaró a la prensa en 2012.
Sus principios conservadores deberían ayudarle a conquistar el poder en el archipiélago católico.
Sus declaraciones homófobas tampoco le perjudicarán, según Clarita Carlos, profesora de ciencias políticas en la universidad de Filipinas, en Manila.
No es porque los filipinos acepten su opinión sobre la homosexualidad, explica la profesora a la AFP: «Somos una sociedad muy muy tolerante».
Es más bien porque los miles de filipinos pobres que adoran a Pacquiao tienen otras preocupaciones. «Comen apenas tres veces al día, así que se burlan de estas cosas».
El boxeador dice que quiere luchar contra la pobreza. En su provincia natal, donde tiene muchos partidarios, ha invertido una parte de su fortuna para mejorar el día a día de los habitantes.
También habla de la «alegría» de haber podido financiar personalmente nuevas viviendas para un millar de personas en el sur.
Pero Pacquiao cree que los electores votan por él por una razón más importante: «Mi corazón es puro. Sirvo con la guía de Dios y sirvo con el temor de Dios».