Los primeros días de Semana Santa, por María García de Fleury - 800Noticias
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Los tres días entre el Domingo de Ramos y el Jueves Santo son días de preparación donde los evangelios relatan algunos acontecimientos que ocurrieron esos días. Uno de ellos muy destacado fue el de la limpieza del templo, y lo que provocó el arresto y el juicio a Jesús.

Los diez mandamientos en general se representan con dos tablas de piedra con inscripciones, de un lado solo tres mandamientos que ordenan la relación de la humanidad con Dios, y del otro 7 que ordenan las relaciones humanas entre sí. Evidentemente la biblia le da prioridad a la primera tabla pues solo tiene 3 mandamientos y son los que tratan con Dios.

En estos tres primeros mandamientos se dice que solo el Señor es Dios y que no debe haber otros dioses además de él, es una declaración sobre todo lo que debe ser el orden moral y espiritual.

La escena de Jesús entrando en el templo, en el sagrado centro de la cultura y del culto de Israel, en pleno apogeo del año judío, la fiesta de la pascua, y diciendo con voz fuerte: “La casa de mi padre es casa de oración y no una cueva de ladrones ni un mercado”, dándole la vuelta a las mesas de los cambistas, se interpreta todo esto como un testimonio contra el materialismo en la práctica religiosa.

La religión debe permanecer radicalmente pura con respecto a las corrupciones del comercio, pero recordemos que San Pablo dijo que el cuerpo de cada cristiano es un templo del Espíritu Santo. Con esto se refiere a un lugar donde el único Dios verdadero está llamado a ser honrado y adorado.

Si somos templo del Espíritu Santo, y Jesús dijo “Lo que le hiciste a cada uno de mis más pequeños a mí me lo hiciste”, la limpieza del templo también se refiere a lo que debe ser la vida de cada persona donde Dios debe estar en primer lugar, es entender que Cristo ha venido no solo para limpiar el templo de Jerusalén sino el templo de tu propio cuerpo, de tu propia vida.

El señor Jesús llega a nuestra vida esperando encontrar un lugar ordenado a la adoración del único Dios verdadero. Dios no quiere encontrar ni en ti ni en mi un mercado ni una cueva de ladrones. Esto significa que Cristo no quiere encontrar ni en ti ni en mi un lugar donde otras cosas, además de Dios, se hayan vuelto principales.

Pensemos en estos días, ¿Cuánto de mi vida está dedicada al materialismo, al comercio, a la acumulación de cosas?, ¿A qué rivales del único Dios verdadero les he permitido invadir el espacio sagrado de mi alma?, la riqueza, el placer, el poder, el honor. ¿Cómo se guardan estas cosas en el santuario de mi propio corazón?

Jesús no estaba haciendo una mera declaración sobre las corrupciones de las instituciones religiosas, Cristo viene a cada uno de nosotros para librar el templo de nuestro propio cuerpo de los ídolos a los que tontamente le hemos dado poder y orgullo.

Cristo, en estos días de Semana Santa llama a que cada uno de nosotros tengamos presente que somos templo del Espíritu Santo, que estamos llamados a ser lugar donde Dios pueda alojarse y vivir en paz. Pidámosle perdón a Dios en estos días, rectifiquemos nuestra vida volviéndonos hacia él porque amigos, con Dios ¡siempre ganamos!