Los peligros de una mala dieta
Agencias
Una adecuada nutrición determina muchos aspectos importantes de la salud física y mental. Por esta razón, cuando hay deficiencias en la dieta es común que se presenten síntomas y enfermedades que reducen la calidad de vida.
En la actualidad han tomado fuerza muchos mitos con respecto a la dieta; a su vez, han incrementado los productos alimentarios industriales, los cuales tienen un número reducido de nutrientes en comparación con los alimentos orgánicos.
Estas situaciones han causado un impacto negativo en todo lo relacionado con la alimentación y, por ende, han influido fuertemente en problemas crónicos como la obesidad y los trastornos cardiovasculares.
¿Por qué es tan peligroso llevar una mala dieta? ¿Cómo mejorarlo? A continuación te compartimos en detalle sus principales consecuencias.
Efectos negativos de una mala dieta
Una mala alimentación es aquella que tiene algún tipo de desequilibrio. No se trata solo de las que contienen demasiada grasa o azúcar, también se incluyen las que carecen de nutrientes esenciales o se limitan a un solo grupo nutricional.
El impacto que tiene en el organismo puede variar en cada persona; no obstante, en general, acarrea una serie de peligros que pueden conducir a trastornos de mayor cuidado.
Desnutrición
Una mala combinación de alimentos, o la exclusión de algunos nutrientes, produce deficiencias nutricionales que ponen en riesgo la salud física, mental y emocional.
La persona desnutrida puede sufrir:
- Bajo peso corporal
- Problemas de crecimiento
- Dificultades de concentración y memoria
- Fatiga crónica
- Debilidad muscular y ósea
- Piel y cabello frágiles
Anemia nutricional
La poca absorción de algunos nutrientes esenciales, como el hierro o la vitamina C, puede influir en el desarrollo de anemia, un trastorno caracterizado por la reducción de glóbulos rojos en la sangre.
Para prevenirlo se recomienda el consumo de:
- Carnes magras
- Pescados y mariscos
- Legumbres y frutos secos
- Vegetales y frutas
Obesidad
En el otro extremo de las malas dietas nos encontramos con las que producen obesidad. Aunque esta condición puede estar causada por factores genéticos, un gran número de casos son el resultado de dietas ricas en grasa y azúcares.
Para su control es importante limitar al máximo el consumo de:
- Comidas industriales, incluyendo los embutidos y bollería
- Dulces y harinas refinadas
- Refrescos comerciales y bebidas alcohólicas
- Comidas con demasiado sodio
Presión arterial alta
Incluida en el grupo de “asesinos silenciosos”, la presión arterial alta o hipertensión se posiciona como una de las principales enfermedades crónicas vinculadas a los malos hábitos alimentarios.
Se puede originar como efecto secundario de la obesidad, aunque también afecta a las personas delgadas que consumen demasiado sodio o alcohol.
Su tratamiento dietario implica:
- Limitar al máximo el consumo de procesados y fuentes de grasas trans.
- Aumentar el consumo de frutas y vegetales frescos.
- Reemplazar la sal por especias saludables.
Diabetes
Los desórdenes metabólicos que se producen debido a una mala dieta también acarrean problemas en la regulación de los niveles de glucosa en la sangre.
El consumo excesivo de azúcares y carbohidratos refinados, así como la ingesta de grasa, están estrechamente relacionados con la tendencia a sufrir diabetes mellitus en la edad adulta.
Enfermedades cognitivas
Las enfermedades cognitivas pueden derivarse de una deficiencia de nutrientes. Tanto el cerebro como el sistema nervioso requieren algunos alimentos para funcionar en óptimas condiciones, inclusive con el paso del tiempo.
Es importante llevar una dieta rica en:
- Vitaminas A, B, C y E
- Ácidos grasos omega 3
- Hierro, zinc y magnesio
- Aminoácidos esenciales
- Antioxidantes
Mala digestión
Los alimentos cargados de grasa, azúcares y proteínas pueden dificultar el proceso de digestión. Una dieta pobre en nutrientes, o cuyos alimentos están mal combinados, pueden influir en trastornos digestivos como:
- Estreñimiento y diarrea
- Úlceras estomacales
- Gastritis
- Colon irritable
La recomendación principal es incrementar el consumo de fibra dietética, la cual es clave para el funcionamiento gastrointestinal.