Los misioneros son personas jóvenes de espíritu, por María García de Fleury
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Si reflexionamos en los dolores de la virgen la madre de Jesucristo el viernes anterior a la semana santa, hoy reflexionamos acerca del gozo que ella debe tener y las lágrimas que se secan de su rostro viendo a la cantidad de jóvenes, niños y familias enteras que están saliendo de sus hogares para ir a predicar la palabra de Dios, para ir a llevar la buena noticia del evangelio que trajo su hijo Jesucristo; y van a lugares apartados donde durante el año es difícil llegar o van a incluso a lugares donde sencillamente buscan compartir con otras personas los días de la última semana de la vida en la tierra de Jesucristo y hacer crecer, la certeza del conocimiento y el sentimiento de que todos formamos una gran familia reunida alrededor de nuestra fe católica.
Los jóvenes, niños y las familias misioneras de todas las edades con su presencia y su acción, impulsan la promoción y la defensa de la Fe que enseñó Cristo, saben que predicar a Cristo no es sólo hablar, enseñar sino, que también es acompañar, orar juntos, compartir ratos de alegría, de juego, llevar consuelo y acompañar a enfermos, ancianos, celebrar juntos los oficios religiosos de la semana santa; de todas estas cosas es de lo que se trata construir el reino de Dios, porque estamos llevando el bien, estamos llevando a la persona de Jesús, al reino revelado por él y como consecuencia estamos liberando del mal y estamos fortaleciendo la Fe que tantas veces tenemos que confrontar con la mentalidad anticristiana que algunos pretenden imponer.
Como continuadores de la misión de Cristo que es el testigo por excelencia, que es el modelo del testimonio cristiano y obedeciendo el mandato de Jesús antes de subir al cielo de ir por todas las naciones a predicar el evangelio estos misioneros salen llenos de ilusiones, alegría, entusiasmo a llevar la buena noticia, a dedicar su atención, disponibilidad, interés por los problemas de la gente, ayudar a resolver algunos problemas, a brindar amistad, acogida unos van en grupos otros van en familia, saben bien que las personas le creen más a los testigos que a los maestros, que creen más en la experiencia que en la doctrina, que creen más en la vida y en los hechos que en las teoría.
No es suficiente formar comunidades capaces de trabajar por la justicia, la libertad, la paz, la solidaridad. Toda persona tiene el derecho a escuchar la buena nueva de Dios que se revela y se da en Cristo, para poderse realizar plenamente como ser humano; la grandeza de este acontecimiento resuena en la palabras de Jesús a la samaritana, si conocieras el don de Dios, y en el deseo ardiente de la samaritana que le dijo a Jesús «señor dame de esa agua para que no tenga más sed».
Los misioneros llevan a Jesucristo, único salvador y junto a su testimonio hacen visible la cruz que llevan colgando del cuello, pues el encuentro con Cristo es un bien irreemplazable, inestimable. Gracias misioneros que ustedes salen con su juventud y sus familias a colaborar activamente con el crecimiento del reino de Dios en la tierra y ademostrar lo que ya saben, que con Dios siempre ganamos.