Los Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
La existencia de los ángeles es una verdad de fe, su presencia en la Biblia es el testimonio más incontestable, se trata de seres incorpóreos, espirituales, perfectos, creados por Dios al principio de los tiempos con el objetivo de hacerlos sus mensajeros y sus siervos, ellos siempre y para siempre han contemplado el rostro de Dios, listos para precipitarse a cada uno de sus comandos, atentos, oyentes y ejecutores de la Palabra de Dios.
Desde la antigüedad se considera el hecho de que las filas angelicales están organizadas en una especie de corte celestial en la que los ángeles tienen diferentes grados y dignidades; los tres arcángeles ocupan las esferas más altas de esta energía angélica, ellos también tienen tareas similares a la de los ángeles ordinarios pero sus deberes son aún mayores y más importantes. Es su deber contemplar a Dios día y noche, glorificarlo incesantemente preservando y protegiendo el misterio. Sus mismos nombres sugieren su papel y su propia naturaleza, todos terminan con «el», qué significa Dios.
La Sagrada Escritura atribuye a cada arcángel una misión particular; Miguel es el guerrero que lucha contra Satanás y sus emisarios, defensor de los que aman a Dios, protector del pueblo de Dios. Gabriel es uno de los espíritus más cercanos a Dios frente a su trono celestial, quién le reveló a Daniel los secretos del plan de Dios, anunciado a Zacarías el nacimiento de San Juan Bautista, y a María le anunció el nacimiento de Jesús. Rafael, está frente al trono de Dios, acompaña y protege a Tobías de su peligroso viaje y cura a su padre de la ceguera y a su futura esposa de la influencia del maligno.
En general, la tarea de los tres arcángeles, aparte de la contemplación de Dios, es comunicar a los seres humanos de diferentes maneras su voluntad, ser una inspiración para los seres humanos, los catalizadores de la gracia divina para ellos.
El culto a San Miguel Arcángel dentro de la Iglesia Católica nació en el este pero se extendió rápidamente por toda Europa, sobretodo después de su aparición en el Monte Gargano, en Apulia, Italia, cuando el arcángel apareció a San Lorenzo Maiorano en una cueva que durante siglos se ha convertido en peregrinación para papas, reyes, futuros santos y fieles en general. Cerca de la cueva se levantó la Basílica Santuario de San Miguel Arcángel, que sigue siendo uno de los lugares de culto más importantes y magníficos dedicados al Arcángel Miguel.
En Roma está el Castillo Sant’Angelo que era la fortaleza dónde el papa se refugiaba en caso de peligro, está vigilada por la estatua de Miguel y los viajeros y peregrinos invocaban su nombre y su protección contra los peligros del viaje.
En el año 2013, el Papa Francisco consagró el Estado de la ciudad del Vaticano a San José y a San Miguel Arcángel, reconociendo una vez más su papel como defensor de la fe y la Iglesia, porque el papá sabe que San Miguel Arcángel, cuyo significa «quién como Dios», libra a las personas del mal acerca a Dios y con Dios ¡siempre ganamos!