Lo que hay que saber para evitar tener “piedras” en el riñón - 800Noticias
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Romper las piedras que se han desarrollado en el riñón no basta para prevenir una nueva litiasis. Se deben cambiar los hábitos de vida y someterse a un estudio metabólico. La litiasis renal es una enfermedad crónica y sistémica que se caracteriza por la formación de cálculos o piedras en el aparato urinario. Los cálculos son los componentes en fase sólida de la orina. Las piedras pueden tener diferentes composiciones, como de ácido úrico, de oxalato cálcico o infectivas. El sobrepeso, las alteraciones metabólicas o genéticas son los principales factores de riesgo.

Sin embargo, las piedras infectivas no se desarrollan por razones metabólicas o alimentarias. El culpable es una bacteria. Como indica el jefe del servicio de Urología del Hospital La Luz, Enrique Pérez Castro, «estos pacientes se han infectado con una bacteria que cría piedra de la misma manera que los gérmenes en el mar forman el coral. Un cálculo crece a gran velocidad y forma un molde totalmente del riñón, llamado coraliforme al asemejarse a un coral». Afortunadamente, las piedras infecciosas son las más fácil de tratar, al deshacerse fácilmente con técnicas como la litotricia extracorpórea.

Sangre en la orina

Existe otro factor de riesgo para el desarrollo de litiasis, la falta de vitamina D. Un problema cada vez más común entre la gente que vive en las ciudades. «Esta deficiencia – explica la jefa del servicio de endocrinología y nutrición de la Fundación Jiménez Díaz, Clotilde Vázquez- supone una menor absorción de calcio intestinal y que, por tanto, la hormona paratiroidea empieza a movilizar calcio del hueso. Esto produce osteopenia (disminución en la densidad mineral ósea) y cierta hipercalcemia (concentración alta de calcio en la sangre)». Sin embargo, aún se desconoce el papel que juega en la formación de las piedras, pese a ser muy común entre los pacientes. «Me he encontrado la vitamina D baja en prácticamente el 80% de mis enfermos. Debemos empezar a suplementar vitamina D para mantenerla a un nivel normal», según afirma el responsable de la unidad de Urología y Andrología del Hospital Ruber Internacional, Alberto Pérez-Lanzac.

La primera señal que alerta de una posible litiasis es la aparición de sangre en la orina o hematuria. Así como un dolor muy intenso que se produce por el taponamiento de la salida de orina del riñón, el cólico nefrítico. El diagnóstico de la patología, la tercera afección más frecuente del aparato urinario, se realiza mediante los síntomas clínicos y el análisis de la orina. A su vez, como explica Alberto Pérez-Lanzac, «se hace un estudio morfo-constitucional de la piedra que te da un estudio de la cantidad y el tipo de minerales que tienen. Luego, un análisis de la historia natural del cálculo y de la superficie a través de un corte donde vas viendo en qué momento ha pasado cada cosa». Aparte, se debe hacer un estudio de la orina en 24 horas y un estudio en ayunas de dos horas. Por último, se mide el tamaño del cálculo mediante un TAC o una radiografía.

Una vez correctamente diagnosticada, el tipo de tratamiento dependerá de varios factores. Como su tamaño y localización. «El 85% de las piedras de menos de 4 milímetros-indica el doctor Pérez-Lanzac-se expulsan espontáneamente. Mientras que a partir de 1 cm ya suponen un riesgo alto de que tengan un evento, ya sea una septicemia, una infección o dolor».

Medidas preventivas

La septicemia es una infección generalizada del organismo díficil de controlar que puede ser mortal. Si el cálculo está en el riñón o en el uréter alto se utilizará la litotricia extracorpórea. Una máquina que rompe los cálculos por medio de ondas de choque. Si por el contrario, el cálculo es enorme hay que hacer uso de la nefrolitotomía percutánea. «En la percutánea -según explica Enrique Pérez Castro- se entra al riñón por atrás con un aparato para «comernos» la piedra con una energía especial y sacarla. Si está en el uréter bajo, el tratamiento ideal es sacarlo con un aparato llamado ureteroscopio. Lo introducimos en el uréter y con una pinza o láser se saca la piedra. Hay que resolverlo lo antes posible por el riesgo de septicemia». Todas las intervenciones son mínimamente invasivas.

Tras haber dejado libre al paciente de piedras, hay que realizar un tratamiento preventivo para evitar su reaparición. «Las medidas preventivas generales -explica el doctor Pérez-Lanzac- reducen en un 60% la aparición de nuevos cálculos. En la mitad de casos la piedra se vuelve a repetir». Beber dos litros de agua diarios o una dieta baja en sal son algunas de las medidas generales. Así como el estudio metabólico, que solo puede realizarse tras haber eliminado el cálculo, para evitar falsos positivos. «A través del estudio metabólico -según indica la jefa asociada del laboratorio de bioquímica de la Fundación Jiménez Díaz, Amelia Torres- descartamos un problema hormonal o metabólico subyacente y caracterizamos de forma completa al individuo. Qué grado de obesidad tiene, si padece síndrome metabólico, diabetes o prediabetes. Todo eso va a ayudar a que las normas que se les de al paciente sean mucho más integrales y globales, independientemente del cálculo».

Pese a sus virtudes, el estudio metabólico no se hace tanto como se debería. «Mucha culpa de esto -asevera Enrique Pérez Castro- ha sido la facilidad y la poca agresividad de los nuevos tratamientos para la litiasis». La litiasis renal tiene que ser tratada como si se recibiera un diagnóstico de diabetes. «Es una enfermedad sistémica que se manifiesta en muchos casos en el riñón: eso implica un cambio en los hábitos de vida y un tratamiento», afirma Pérez-Lanzac.

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