Libertad y fidelidad, por María García de Fleury
Por María García de Fleury
Todos los seres humanos necesitamos sentir que pertenecemos a algo, a alguien, todos queremos gozar la felicidad de pertenecer a una familia, esa sensación de que allí está el amor y de que nuestra familia es especial. Todas las familias viven bajo el mismo estrés, la tensión que muchas veces impide satisfacer las necesidades básicas de sus miembros.
Las relaciones familiares pueden afectarse, lo sabemos todos, pero la mayor parte de las veces lo olvidamos, los problemas familiares no surgen porque papá mamá e hijos vivan bajo el mismo techo, los problemas existen porque no somos capaces de abrirnos unos con otros, de compartir como hermanos, como hijos, como esposos, como padres, lo que sentimos y como lo sentimos, lo que nos gusta y lo que nos disgusta, las relaciones familiares se construyen cuando valoramos lo que es la familia y trabajamos por ella, por encima de todo debemos querer acercamiento, unión entre los miembros de la familia, aprender a valorarnos y entregarnos.
Construir la familia significa tomar el riesgo de abrirnos a los demás porque los amamos, el día en que un hombre y una mujer se casan se prometen fidelidad mutua y se convierten en una sola carne, las exigencias del matrimonio piden una entrega mutua permanente, aun cuando la realidad externa pretenda señalar otra cosa y quiera obligar a darnos más a los compromisos sociales, a envolvernos en ambientes fuera del hogar o en diversiones que lo que hacen es proyectarnos hacía afuera y crean ilusiones ajenas.
El no comprometerse es una enfermedad grave de nuestro tiempo, pues la infidelidad lanza a la persona por el camino de las experiencias nuevas que nunca llegan a término ni a la felicidad, la infidelidad es huir ante el obstáculo, es debilidad y destruye a la persona en lugar de construirla.
Quien no logra echar raíces verdaderas en ninguna parte, tampoco podrá dar buenos y verdaderos frutos, es en la unión mutua donde debemos encontrar el mayor estímulo a la fidelidad. La fidelidad es la que hace la unión, la infidelidad es la que está destruyéndolo todo.
Fidelidad y libertad no son dimensiones de nuestra vida que una vez que las escogemos ya son parte de nosotros y no tenemos que seguirlas cultivando, la fidelidad y la libertad salen del diario vivir de una forma normal y a veces sin darnos mucha cuenta de ello, por eso corren el peligro de que las perdamos sin darnos cuenta; se logran de una forma constante y persistente. Solamente puede ser fiel quien es libre para tomar esa decisión, por lo tanto fidelidad y libertad son inseparables, solo podemos ser fieles si libremente así lo deseamos.
Ser fiel y libre se aprende en las cosas pequeñas de todos los días, los detalles son los que le dan significado a las cosas, los que constituyen las grandes cualidades de las obras y por lo tanto su éxito. fidelidad y libertad es algo que nosotros tenemos que buscar ser, la fidelidad a una persona en el vínculo matrimonial es la mas profunda de la fidelidades porque las raíces de vida que se producen en cada uno de los esposos no pueden arrancarse, los esposos podrán alejarse uno del otro, pero nunca podrán des-sposarse, porque lo que Dios une no lo puede separar el hombre y con Dios ¡siempre ganamos!
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