¿Le crees o no le crees?, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

María García de Fleury

Ha habido dudas que han marcado la historia de la filosofía, como la duda destructiva de los sofistas, quienes buscaban el talón de Aquiles de toda certeza para afirmar, precisamente, que no existía certeza alguna. O la duda metódica de René Descartes.

Toda duda genera incertidumbre, una incertidumbre que no todos los seres humanos toleramos de la misma manera. Del Evangelio no podemos dudar porque es palabra de Dios.

Hay cosas que son muy claras en el Evangelio, como, por ejemplo, cuando Jesús, el Hijo de Dios, dice: vengan benditos de mi Padre porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, y así. Si eso lo tomamos como enseñanza divina, también debemos considerar enseñanza divina cuando Jesús dice en ese mismo capítulo 25 de Mateo, «y a ese servidor inútil, échenlo a la oscuridad de afuera. Allí será el llorar y el rechinar de dientes». O, por ejemplo, cuando San Pablo dijo en 1 Corintios, «huyan de la prostitución. Cualquier otro pecado que la persona comete no ofende a su cuerpo, pero el que se entrega a la prostitución peca contra su propio cuerpo». Y cuando agregó San Pablo muy claramente acerca de la homosexualidad diciendo en la carta de los Romanos, en la primera carta de Timoteo, o en la primera carta de los Corintios en el capítulo 6 cuando dijo: ¿No saben acaso que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se engañen, ni los que tienen relaciones sexuales prohibidas, ni los que adoran a los ídolos, ni los adúlteros, ni los homosexuales, y los que solo buscan el placer, ni los ladrones, ni los que no tienen nunca bastante, ni los borrachos, ni los chismosos, ni los que se aprovechan de los demás, ellos no heredarán el reino de Dios.

Escritos como estos son muy claros, no necesitamos haberlos agravado en un aparato, la gente que lo oyó lo grabó en sus mentes y sus corazones, y si queremos dudar de ellos de inmediato estamos alejándonos de la verdad y entrando en el relativismo, y a mayor relativismo mayor desorientación generalizada.

Amigos, las dudas, ambigüedades o comentarios como «bueno, esto lo podemos discutir, esto es discutible», son todas actitudes diabólicas, porque están evitando que se enseñe la palabra de Dios. Jesús fue enfático cuando dijo yo soy el camino, la verdad y la vida, por lo tanto, no puede haber error en lo que Cristo dijo. Las ambigüedades, las dudas no son de Dios, él fue muy claro en sus enseñanzas, sabemos lo que este tipo de duda, de corrupción hizo a nuestros primeros padres, a Adán y Eva.

La verdad es una base firme sobre la que se despliega la creatividad social e individual, mientras más firme es esa base, más alta la construcción, más posibilidades, más libertad de proyectos, de ideas, de propuestas.

Vivir en el relativismo práctico es actuar como si Dios no existiera, es pretender vivir como si los pobres no existieran, es soñar como si los demás no existieran. Amigos, el relativismo, las dudas sobre las verdades que enseñó Cristo y las ambigüedades que vive la sociedad actual, destruyen el concepto de libertad del hombre, del respeto a la dignidad humana y dificulta el anuncio del evangelio, que es el anuncio de la palabra de Dios y parecen olvidarse de que es que con Dios es con quien ¡siempre ganamos!

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