Laura Vicuña, una niña argentina, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

Laura Vicuña nació en Santiago de Chile el 5 de abril de 1891, su padre era un alto militar y jefe político de Chile, pero una revolución derrocó al gobierno y la familia Vicuña salió huyendo desterrados. El Papá murió al poco tiempo y la familia quedó en la miseria. La mamá con sus dos hijas, Laura y Julia emprendió un larguísimo viaje de 8 meses hacía Las Pampas de Argentina, allí se encontró con un señor llamado Manuel ganadero brutal y matón y movida por la gran miseria que estaban viviendo, Mercedes se fue a vivir con él en unión libre sin casarse.

A los nueve años su mamá envió a Laura interna al Colegio Junín de Los Andes de las hermanas salesianas de María Auxiliadora. En clase de religión escuchó a su profesora decir que a Dios no le gustaba que la gente viviera en unión libre sin casarse y de la impresión Laura se cayó desmayada pues cuando cayó en cuenta de que su mamá, la persona que ella más amaba en el mundo, después de Dios y de la Virgen, vivía en pecado mortal y estaba en grave peligro de condenación eterna, eso no lo podía resistir. Laura entonces tomó la decisión de actuar y le ofreció su vida a Dios para que su mamá abandonara a ese hombre con el cual vivía en pecado.

Se lo comentó a un sacerdote salesiano y este le dijo: “Mira Laura, esto es muy serio, Dios puede aceptar tu propuesta y te puede llegar la muerte muy pronto”, pero Laura estaba resuelta a salvar el ama de su madre a cualquier costo, así el día que hizo su primera comunión ofreció su vida en sacrificio a Jesús y cuando fue admitida como hija de María consagró su pureza a la Santísima Virgen María.

Cuando terminó ese año escolar se fue a pasar vacaciones a donde vivía su madre y Manuel trató de irrespetarla, pero ella no se lo permitió, prefirió que él la abofeteara y la azotara brutalmente, pero ella no se dejó faltar el respeto.

De regreso al colegio hubo una gran inundación, Laura por salvar la vida de las más pequeñas pasó largas horas de la noche entre las frías aguas sacando niñas en peligro y se enfermó de los riñones. Cayó en cama y se retorcía con los dolores intensísimos y los vómitos continuos, pero Laura rezaba: “Señor, que yo sufra todo lo que a ti te parezca bien pero que mi mamá se convierta y se salve”.

Ya muy grave le dijo a su mamá: “Desde hace dos años ofrecí mi vida a Dios en sacrificio para obtener que tu no vivas más en unión libre, que te separes de ese hombre y vivas santamente. ¿Mamá, antes de morir tendré la alegría de que te arrepientas y le pidas perdón a Dios y empieces a vivir santamente?, la mamá Mercedes se puso a llorar y decía: “Hija mía, desde hoy más nunca voy a volver a vivir con ese hombre, Dios es testigo de mi promesa estoy arrepentida”.

Ese mismo día se confesó y madre e hija se abrazaron, lloraron y las dos comulgaron. El rostro de Laura se empezó a poner sereno y alegre, le lanzó una última mirada a la imagen que tenía frente a su cama y le dijo: “Gracias Jesús, Gracias María”, y murió dulcemente. Era el 23 de enero de 1904. Laura tenía apenas 12 años, la mamá se cambió el nombre y salió disfrazada de aquella región para verse libre del hombre que la perseguía. El resto de su vida llevó una vida santa porque entendió lo importante que era vivir en gracia de Dios y que con Dios ¡siempre ganamos!