Laura Vicuña, la niña santa, por María García de Fleury
Por María García de Fleury
Laura nació el 5 de abril de 1891 en Santiago de Chile, era la primogénita del matrimonio de José Vicuña y Mercedes del Pino, poco después de nacer la segunda hija llamada Julia, murió su padre y la familia quedó en indigencia.
Cuando Laura tenía 8 años, Mercedes su madre emigró junto con otros chilenos a la Argentina buscando bienestar, así llegaron a Neuquén en 1899 y finalmente llegaron a la estancia de Quiquihue, de Junin de los Andes a trabajar como dependiente y donde comenzó Mercedes a convivir con Manuel Mora, que era el dueño de la hacienda.
Laura y su hermana se educaron en el colegio Salesiano María Auxiliadora donde aprendieron la fe cristiana; Laura se mostró siempre muy devota, sensible a las cosas de Dios y a los diez años recibió la primera comunión. En sus segundas vacaciones del colegio, al volver a la estancia, ya era una adolescente y Manuel Mora trató de abordarla y Laura lo rechazó. Días más tarde hubo una fiesta y Mora la invitó a bailar, Laura volvió a rechazarlo y él furioso la arrastró fuera de la casa, la obligó a dormir en intemperie y decidió no pagarle más la cuota de la escuela para acorralarla.
Gracias a Dios que las dos hermanas lograron recibir gratuitamente su educación. Fue en este tiempo cuando Laura decidió ofrecer su vida por la conversión de su mamá. En el invierno Laura se enfermó y para acompañarla la madre decidió mudarse a Junín. Mora indignado por perder a ambas mujeres golpeó fuertemente a Laura. Estando hospitalizada, Laura le contó a su madre en su lecho de muerte que ella había ofrecido su vida a Jesús para que ella abandonará a Mora y se convirtiera. La madre, impresionada con el testimonio de su hija, le prometió cumplir su deseo.
Laura falleció antes de cumplir 13 años, de 1937 a 1958 sus restos descansaron en el cementerio de la avenida Necochea, luego fueron trasladados a Bahía Blanca dónde se encuentran actualmente.
Después de su fallecimiento ha sido enorme la fe católica que ha despertado la vida ejemplar de Laura Vicuña reconociéndole su bondad, amor , donación heroica. Por la intercesión frente a Dios de Laura se han producido algunos milagros, por ejemplo, Sor Ofelia Lobos, religiosa del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, comenzó a padecer una enfermedad incurable, durante 10 años recibió todo tipo de tratamiento médico, incluso se les realizaron 3 intervenciones quirúrgicas hasta que le diagnosticaron pocos meses de vida. En esas condiciones fue invitada a pedir en oración a Laura Vicuña y una noche sintió que Dios la escuchaba a través de esta jovencita, entonces se retiró el oxigeno que debía usar permanentemente y se acostó a dormir. A la mañana siguiente se despertó curada, sin ningún malestar.
Ese milagro, ha sido estudiado y aprobado por la Iglesia, llevando a Laura a la beatificación en 1988, esto significa para los católicos que se le reconocen sus virtudes como aptas para el culto público.
El Papa Juan Pablo II dijo «La sola figura de Laura Vicuña, gloria purísima de la Argentina y de Chile, suscita un renovado empeño espiritual en esas dos naciones y enseña a todos que con la ayuda de la gracia se puede triunfar sobre el mal y que la inocencia del amor, aunque denigrado y ofendido, al final resplandecerá e iluminará los corazones, porque viviendo como Cristo enseñó estamos con Dios y con Dios ¡siempre ganamos!
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