Las Alianzas de Dios, por María García de Fleury
800 Noticias | Maholy Meneses
A lo largo de la historia Dios ha hecho una serie de alianzas con los hombres. Las alianzas para Dios son una forma de manifestarnos su amor y hacernos parte de su familia.
De la misma manera que un hombre y una mujer que son extraños pueden pasar a ser de completamente extraños a ser parte de la misma familia por medio de la alianza del matrimonio, del mismo modo opera Dios con nosotros. En la alianza con Noé, Dios se compromete a que ningún ser viviente morirá por las aguas de un diluvio, ni habrá nunca más diluvio que destruya la tierra. En la alianza con Abraham, Dios se compromete a darle tierra y descendencia. La alianza de Dios con David fue la de establecer su linaje para siempre y asentar su trono de siglo en siglo, se trata de un juramento divino y una promesa de amor por siempre.
La alianza con Moisés y el pueblo hebreo en el monte Sinaí no solamente establece los mandamientos como un código jurídico social sino como el horizonte ético religioso de la relación de Dios con el hombre y esta es fuente de paz, vida, gozo y consuelo para el justo.
Con el precepto de la circuncisión Dios dice ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios. Dios es el señor, la autoridad, el rey, de hecho durante mucho tiempo Israel rechazó la monarquía porque le parece una ofensa a la soberanía de Dios creador y salvador de su pueblo.
Estas alianzas siempre se sellaron con un sacrificio de sangre de un animal por parte de los hombres a Dios. La sangre significa la vida, estas alianzas no son contratos para que Dios obtenga un beneficio personal sino para que el pueblo esté a la altura de Dios, la idea de alianza ha sido la clave con la que Israel descifró la identidad de Dios, es decir, basándose tanto en el conocimiento como en un vínculo afectivo, en una elección consciente y gratuita que lo distingue de los demás porque crea una relación particular «Ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios».
Estas alianzas se rompieron muchas veces en distintos momentos, por eso el profeta Jeremías señaló «días vendrán dice Dios en que haré una nueva alianza con la casa de Israel, pondré mi ley dentro de cada uno y estará escrita en sus corazones, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo». La nueva alianza es Jesús que se ofrece él mismo por todos los hombres.
En la última cena Jesús tomó el pan y dijo «tomen y coman porque este es mi cuerpo» y tomó el vino y dijo «tomen y beban porque este es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por ustedes y por muchos para el perdón de los pecados». Alianza nueva y eterna, ahí está Jesús ofreciendo su propia sangre para que la bebamos, para que al entrar en cada uno de nosotros se convierte en vida.
La ley de Dios entra en nosotros cuando comemos su pan, ahora no es una ley escrita en tablas de piedra ni una vida entregada en el sacrificio de un animal, Jesús es la ley de Dios hecha carne, en la misa se dice «este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, dichosos los llamados a la cena del Señor».
Cuando comemos su cuerpo y bebemos su sangre Dios está dándonos su vida y estableciendo su ley dentro de nosotros, en nuestros corazones, es la forma de unir la divinidad con la humanidad.
Sólo él podía establecer esta alianza nueva y eterna porque la ley nos salva, lo que salva es el amor de Cristo que es Dios y con Dios siempre ganamos.
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