La Virgen regresó a la Plaza Altamira, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
La Virgen de la medalla milagrosa regresó a la Plaza Altamira con todo esplendor en medio de una muy sentida ceremonia donde se entronizó a la Madre de Dios justamente el día de la Inmaculada Concepción con la presencia del alcalde de Chacao, las autoridades del gobierno local, la restauradora de la imagen, María Elena Ruiz, acompañada por su esposo, su mamá, junto con otras personas que contribuyeron a hacer de esta entronización una realidad, así como un gran grupo de personas y vecinos.
El alcalde dio unas emotivas palabras junto a otros que resaltaron también la importancia de la presencia de la virgen Milagrosa en la plaza para que todos puedan verla y orarle; la ceremonia concluyó con el lanzamiento de un rosario de globos hacia el cielo, con música y cantando el Ave María.
Entronizar a la Virgen Milagrosa en la Plaza Altamira es repetir lo que hicieron nuestros padres de la patria pues todos invocaron sobretodo en sus momentos importantes a la madre de Dios; tenemos muchos ejemplos de eso, por nombrar solamente algunos, el primer sello de armas que existió en la Capitanía de Venezuela en 1591 decía en la orla “Ave María santísima, sin pecado concebido en el primer instante de su ser natural”.
Desde 1725, al graduarse de la universidad los estudiantes debían hacer un juramento que decía: “Juro frente a Dios y los santos evangelios conservar y mantener pura e ilesa la santa religión católica, apostólica y Romana única y exclusiva en estos países y defender el misterio de la concepción Inmaculada de la Virgen María Nuestra Señora”.
Este mismo juramento debían tomarlo todos los que fueran a defender la libertad de Venezuela. El primer presidente de Venezuela, Don Cristóbal Mendoza, le otorgó a Simón Bolivar el título de Libertador el 14 de octubre de 1813, a los pies de la virgen de la soledad.
El general José Félix Rivas se enfrentó al General Boves en la batalla de la victoria el 12 de febrero de 1814 y al final escribió de puño y letra “La sangre de los ilustres caraqueños derramada en la Victoria y la protección visible de María Santísima de la Concepción permitieron el triunfo.
Un mes antes de la batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821, Simón Bolívar pasó con su ejército por Guanare y en la catedral, frente a la imagen de la Virgen de Coromoto, se arrodillo para pedirle su protección.
En 1822 y 1824 antes de la batalla de Pichincha en Ecuador, y Ayacucho en Perú, el general Antonio José de Sucre le ofreció a la Virgen Santísima que si ganaba la batalla iba a celebrar una misa solemne en su honor.
El jefe militar Pedro Pérez delgado invocaba a la Virgen del Socorro de Valencia a finales del siglo XIX y principios del siglo XX y lo llamaban “Maisanta” porque cada vez que iba a librar una batalla invocaba a la Virgen diciendo “!Mai santa, ayúdame a triunfar!, o sea, Madre santa ayúdame a triunfar.
Gracias a aquellos que patrióticamente llevaron de nuevo a la Virgen a la Plaza Altamira, ellos saben que con Dios ¡siempre ganamos!