La Virgen, el Papa e Irak, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

El culto, devoción y amor a la virgen María puede decirse que nacieron simultáneos a la adoración a Jesús crucificado. Desde los primeros tiempos del cristianismo, la virgen María ha sido venerada como llena de gracia entre todas las mujeres, el amparo y el consuelo celestial de nuestra alma cada vez que invocamos su dulce y santo nombre.

La devoción a la virgen María y su culto ha sido tan grande como antiquísimo, se puede decir que nació con el arcángel Gabriel, que fue quien primero tributó culto al saludarla con la frase “llena de gracia, tu que las has hallado ante los ojos del señor”, un culto descendido del cielo.

Su culto es tan antiguo como lo demuestran la historia y la tradición, entre ellas la veneración del Carmelo, por quien existe un inmenso culto a María. El culto a la virgen María ha ido aumentando con el transcurso de los tiempos y de los siglos, haciéndose cada día más universal.

El Papa Francisco salió de viaje a Irak, la tierra de Abraham, del padre de la fe, acompañado con la advocación de nuestra señora de Loreto. Esta advocación recuerda la casa de María trasladada milagrosamente a varios puntos y por último a Loreto en Italia, en donde se venera y contempla el lugar donde el matrimonio santo de San José y la virgen María albergaron bajo su techo al redentor del mundo.

En esa modesta casita, ese templo de la gran señora, nuestra madre, donde se contemplan las maravillas de la fe, representada en la milagrosa traslación de la casa de los modestos obreros de Nazaret.

La virgen de Loreto, en Italia, celebra su fiesta el 10 de diciembre y es patrona de la aviación, ella recuerda que el primer viaje que se sabe de la virgen María cuando salió de su casa después del anuncio del ángel, para llevar ayuda, consuelo y esperanza a su prima Isabel.

La presencia de la virgen de Loreto es una invitación a mirar más allá, y a recorrer juntos el camino de la fraternidad, es una invitación para que todos llevemos la presencia de la virgen María en nuestro corazón porque ella es la que abre el camino, la que abre las puertas para ayudarnos a todos en la humanidad en busca de la solidaridad y el bien común.

El Papa, llevando con él la imagen de la virgen de Loreto, busca abrazar a todos los pueblos, a los devotos, a los peregrinos de Oriente.

La madre de Dios enseña a volar alto, precisamente porque protege a los viajeros, es una invitación a mirar al cielo para ir más allá de nuestros límites y nuestras fronteras, para caminar y construir junto a todos los hombres de buena voluntad esa casa común que es la familia humana, porque así lo diseñó Dios y con Dios ¡siempre ganamos!