La Virgen de la Almas Consagradas, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
En el convento de las hermanas Siervas de Jesús fundadas en 1965 por la madre Carmen Rendiles, en Carrizal, estado Miranda, Venezuela, la Virgen se apareció en 18 oportunidades a varias personas con varios signos prodigiosos, entre ellos, escarcha.
La primera aparición ocurrió el 6 de febrero de 1993 después de la Adoración al Santísimo cuando varias hermanas y unos laicos salieron de la capilla. A eso de las 7:30 de la noche les llamó la atención unos relámpagos de color azul en el jardín y vieron claramente a la Santísima Virgen sobre una mata de cambur, un banano, a pocos metros de distancia de donde ellos se encontraban.
La Virgen se movía, abría las manos, levantaba los ojos al cielo. Su figura era de tamaño natural y estaba muy resplandeciente. Iluminaba todo el bosque, con luz blanca y azul, muy tenue.
Una hermana que dudaba, al acercarse, para asegurarse de lo que estaba viendo, sintió que una voz le dijo “no lo hagas”. La Virgen le pidió que se arrodillara porque lo iba a bendecir, levantó sus manos y bendijo a los presentes.
Siguieron rezando y de repente vieron desprenderse un estrella del manto de la Virgen que cayó en la tierra y la Virgen les dijo “hijas mías, estoy enviada por el amor que mi hijo Jesús siente por ustedes, con el mismo amor que una madre siente por sus hijos, quiero tocar sus corazones y llenarlos de humildad y sencillez. Únanse en oración, que todos sean uno y que renueven el espíritu de fe. Recuerden lo que mi hijo les dijo, que se amen los unos a los otros como yo los he amado. Dios padre ha puesto en sus manos el carisma de la Eucaristía y el sacerdocio, les pido fidelidad a este compromiso y renovación del espíritu de la congregación. Hijas mías, las cosas del mundo se quedan en este mundo y las cosas que se hacen por amor a Dios suben llevadas por mi Inmaculado corazón. Oren, oren, oren, oren unidas, para que con la gracia que Dios ha derramado sobre ustedes se alivien la tibieza y la frialdad de mis almas consagradas. Les pido oración, el tiempo se aproxima, los cubro con mi manto, los tengo en mi corazón. Esta advocación mía, soy la Virgen María, madre de las almas consagradas”.
Y ya no la escucharon más pero siguieron rezando y siguieron sintiendo la presencia de ella. A la mañana, sin hacer ningún comentario se acercaron al sitio y pudieron ver que todo estaba cubierto de escarcha plateada y de distintos colores, incluso dentro del convento, y este fenómeno se fue extendiendo a las casas y comunidades religiosas como señal de la presencia de la Virgen que había prometido.
En el mensaje número 22 la Virgen explica su advocación y dice “hijos míos, con qué amor y alegría doy a conocer mi advocación, para que la den a conocer llenos de amor al mundo entero. Mi corona de espigas representa la Eucaristía, que es el alimento y el centro de sus vidas. Mi vestido blanco con estrellas es la luz que, a través de mí, brilla para ustedes. Mi rosario en la cadena que los ata a mí, es el camino que los lleva al cielo, el corazón representa todas mis almas consagradas. La cruz que sale de él es la entrega incondicional de sus vidas, los rayos son las gracias que a través de mí, mi hijo Jesús derrama sobre ustedes. Mi hijo Jesús, con los brazos extendidos y la mirada fija, los recibe a todos unidos en un solo corazón y yo, los cubro con mi manto”.
La Virgen se aparece para acercarnos a Dios amigos, para traernos felicidad, porque ella es la madre de Dios y ¡con Dios siempre ganamos!.