La Vírgen de Fátima, peregrina de esperanza en Venezuela, por María García de Fleury
María García de Fleury
La sagrada imagen de Nuestra Señora del Rosario de Fátima, junto a un grupo de peregrinos portugueses y su párroco, llegó a Venezuela directamente desde Portugal.
Vino a visitar básicamente los lugares de donde eran los jóvenes que participaron en la Jornada Mundial de la Juventud en el 2003. Por eso su recorrido se inició en Caracas, visitando de primero la Conferencia Episcopal Venezolana para saludar a los obispos.
De ahí pasó a diversas parroquias y ese primer día concluyó en la Basílica Santa Teresa, saludando al Nazareno de San Pablo en una gran misa solemne, celebrada por el Cardenal Baltasar Porras, quien acaba de pasar a ser arzobispo emérito. Y como él mismo dijo, mi vocación empezó en esta Basílica de Santa Teresa, cuando yo era apenas un monaguillo junto al Nazareno, y ahora que paso a ser emérito, vuelvo a ella a despedirme.
Seguiré trabajando por la Iglesia, pero ahora con otras responsabilidades. En medio de una basílica totalmente llena de fieles, ese encuentro donde la Madre de Dios, en la sagrada imagen de la Virgen de Fátima, se inclinó ante su hijo, el Nazareno, reconociéndolo como el único Dios y Salvador del mundo, fue sumamente conmovedor.
La sagrada imagen de la Virgen estuvo en el Santuario de Fátima, en Carrizales, en los Teques, estuvo en Petare, recorrió varias calles y parroquias y culminó ese día con el gran encuentro en el Centro Portugués en Caracas. De ahí siguió hacia San Fernando de Apure, hacia El Tigre, visitando diversas comunidades indígenas, Cariña, Barbonero.
Estuvo en Ciudad Bolívar, en las comunidades indígenas de Paragua y de La Periquera, donde los jóvenes les dejaron una imagen de la Virgen de Fátima en recuerdo de esa visita tan llena de emociones, devoción y amor. En La Guaira visitó cinco parroquias diferentes. De allí se fue al Vigía, Machiques, Maracaibo, Coro, Punto Fijo.
Visitó Llare, donde salieron los Diablos Danzantes a bailarle y honrarle. Recordemos que los Diablos Danzantes nunca entran en la iglesia, sino que llegan hasta la puerta y se arrodillan frente a Dios. Esa visita tuvo una connotación muy emocionante y culturalmente pintoresca, al igual que la visita a Guatire, donde la Parranda de San Pedro y San Juan se organizaron para bailarle a la imagen sagrada de la Virgen de Fátima, unido al baile de la Borriquita.
En los Valles del Tui visitó Cuba Nueva, Cuba la Quebrada de Cuba, donde en todos los casos la recibieron con un gran despliegue de todo el pueblo, bandas de jóvenes tocando música, bombas de colores, aplausos y hasta fuegos artificiales. En el Santuario de Betania, la Virgen de Fátima fue festejada con una misa muy sentida. En Puerto Cabello visitó parroquias y bendijo el agua.
De ahí a Barquisimeto a saludar a la Divina Pastora y concluyó su viaje entrando solemnemente en el Santuario de la Virgen de Coromoto, donde estuvo los días 7 y 8 de septiembre, celebrando el cumpleaños de la Virgen. En todas partes donde estuvo, la alegría, la devoción y el amor que se desarrolló entre los pobladores fue algo tan emocionante que es imposible describir en palabras.
Ella sin duda vino a traernos esperanza, un recorrido intenso donde hubo una verdadera revolución espiritual en los corazones, ir por los lugares donde pasó, inflamando el amor a Dios, convirtiéndose en una gran peregrina de esperanza, porque ella es la madre de Dios y con Dios siempre ganamos.
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