La Virgen de Altagracia, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
La República Dominicana fue la tierra del nuevo mundo donde se plantó la primera cruz, se celebró la primera misa, donde se recitó la primera Ave María, donde se construyó el primer santuario que existió en América, dedicado a la Virgen con el nombre de Nuestra Señora de Altagracia, situada en el Valle de Jigüey, en la antigua isla española, hoy República Dominicana, desde donde partió la irradiación de la fe a las otras islas cercanas para ahí extenderse a tierra firme.
Desde el año 1502 se le rinde culto a la virgen de Altagracia y tiene el privilegio especial de haber sido coronada dos veces, el 15 de agosto de 1922 en el pontificado de Pío XI y por el Santo Padre Juan Pablo II durante su visita a la isla de Santo Domingo el 25 de enero de 1979, cuando la coronó personalmente diciendo que la virgen era la primera evangelizadora de las Américas.
Sobre el origen de la imagen de Nuestra Señora de Altagracia y diversas versiones, todas ellas se basan en milagros semejantes.
Una de ellas cuenta que un colonizador vivía con su familia en una de las islas y acostumbraba a hacer viajes para vender su ganado. En una ocasión cada una de sus dos hijas le hizo un encargo; la mayor le pidió vestidos, cintas y encajes, mientras que la menor le pidió una imagen de la virgen de Altagracia.
El hombre se sorprendió, nunca había escuchado esa advocación pero ella le aseguro “Papi, tu la vas a encontrar”. Finalizando el viaje ya de regreso, el hombre pernoctó en casa de un viejo amigo, y le comentó mientras cenaba lo desilusionado que estaba porque solamente había podido conseguir lo que la hija mayor le había pedido, a pesar de haber buscado insistentemente la imagen de la virgen de Altagracia, la cual parecía no existir.
Al oír ese comentario un anciano que se encontraba allí, se levantó y le dijo que sí existía la Virgen de Altagracia y que él tenía su imagen; abrió la alforja y sacó de allí un pergamino que tenía la imagen de la santísima Virgen María adorando al niño Jesús que estaba recostado en una cuna a sus pies y San José estaba en el fondo.
El hombre se la pidió y el viejo se la regaló y se la llevó a su hija y de inmediato comenzaron a suceder milagros y fueron tantos, que la imagen se volvió en el centro de la devoción de la isla y así surgió la necesidad de construir un santuario, el cual fue hecho de paja, anexo a la parroquia de la Villa.
En un principio la fiesta de Nuestra Señora de Altagracia se celebraba el 15 de agosto por ser el día de la asunción de María, pero un acontecimiento histórico cambió la fecha.
En 1689, Francia ordenó a todos sus súbditos de la parte de la isla de la española que se apoderaran de toda la isla, pero los nativos quisieron impedírselo y se desencadenó una gran batalla el 21 de enero en la sabana de La Limonade.
Los Jigüeyanos participaron en la batalla y ofrecieron celebrar el recuerdo de aquella fecha si obtenían victoria y llevaron en memoria una espada al santuario, desde entonces, con el apoyo y la ayuda de la virgen comenzó a celebrarse la fiesta oficial de la Altagracia, ese día que constituyó una de las más grandes celebraciones de la iglesia en la República Dominicana honrando a la Madre de Dios porque ellos saben que con Dios ¡siempre ganamos!