La paternidad de San José, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

La presencia insustituible del padre en la educación de los hijos es algo que necesitamos conquistar todos los días como sociedad. San José con el niño en los brazos lo recuerda, un padre amoroso y protector del cual los hijos pueden aprender y crecer seguros a su lado, incluso en las carencias y situaciones más difíciles.

San José conoce esas situaciones, él tuvo que proteger y sostener a María esperando al niño sin tener un techo donde pudiera nacer, tuvo que huir hacia Egipto, ser un extranjero en tierras desconocidas y ganarse el pan de cada día con el sudor de su frente. Cuando necesites ser un buen padre pídele a San José que ilumine tu paternidad.

Por otra parte, la fidelidad inquebrantable de San José es un signo contundente y firme frente a la imagen de un varón infiel, lujurioso, egoísta e incluso violento que es tan común asumir como normal en nuestros días.

Cuando a veces escuchamos o decimos “todos los hombres son iguales”, sin saber estamos justificando un comportamiento que empequeñece la personalidad del varón, lo limita y espera menos de lo que realmente es y puede ser, lo priva de poder ser grande y desplegarse completamente.

San José pasó todas las pruebas que un esposo podría pasar, la duda frente a su propia esposa, el cuidado de un niño que no era de su sangre, la dificultad de un matrimonio casto, porque recordemos que San José a diferencia de María, no fue concebido sin pecado, era como tú y como yo. Su virtud y fortaleza son grandiosas y es prueba viva de lo que un hombre que entrega su vida a Dios puede hacer por medio de la gracia de Dios.

Amigos, cuando las dificultades en el matrimonio se te hagan presentes, pídele ayuda a San José, pídele que vaya en tu auxilio y te ayude a ser fiel, la fortaleza física al servicio de la familia también es importante, la imagen de una masculinidad violenta hace que la fortaleza física no sea valorada como una virtud.

Muchos niños crecen sin tener cerca un padre del cual puedan aprender y valorar lo que es la virilidad, San José pone al servicio de su familia esa fortaleza física natural en él, una fortaleza que tiene como misión proteger, ayudar, servir, una fortaleza que de ninguna manera sirve para el abuso de autoridad ni de ningún otro tipo.

Conocemos a un José siempre fuerte, nunca agresivo, firme pero no indiferente ni mucho menos insensible, un hombre que demuestra seguridad y jamás arrogancia ni soberbia, un padre que carga con todo el peso de su familia y es feliz haciéndolo.

Amigos, cuando la arrogancia aparezca en tu vida pídele a San José que te ayude a ser humilde, lo importante en la existencia de San José no es lo que realizó sino lo que Dios hizo por él, con él y a través de él.

Las consecuencias de esto duraran eternamente, el señor confió a San José la virgen María, la que iba a dar al mundo el hijo mismo de Dios, aceptando ligar su vida a la de María por unos esponsales, José entraba en el gran misterio del verbo encarnado y de su iglesia, de su hogar modesto en una ciudad sin historia, en un país bajo ocupación extranjera salió una llama, una luz que sigue alumbrando y abrazando el universo, porque José y María cumplieron con la misión que Dios les dio en la vida y con Dios siempre ganamos.