La pandemia agrava los trastornos de la conducta alimentaria
EFE Salud
La pandemia está siendo un generador de ansiedad sin precedentes para toda la sociedad, pero especialmente para las personas que sufren trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
A la angustia por todo lo relativo al virus, se suma el protagonismo desmesurado por la comida, el peso y el ejercicio físico en estos meses.
En el Día Internacional de la lucha contra estos trastornos, 30 de noviembre, Irene Alonso Vaquerizo, psicóloga y autora del libro “Ana y Mía no quieren ser princesas. La cara oculta de los trastornos alimentarios“ (Ed. Meridiano) explica para EFEsalud cómo está afectando la pandemia a estas personas.
“Se llaman trastornos de la conducta alimentaria porque mayoritariamente reflejan una insana relación con la comida. Sin embargo, eso solo es la punta del iceberg”, indica la experta.
Estos desórdenes son de origen psicológico y nacen de una mala relación del individuo consigo mismo y con su entorno.
Las personas afectadas por estos trastornos suelen tener problemas de autoestima, alteraciones de ansiedad o depresión.
“Se caracterizan por la tendencia a la autoexigencia, autocontrol, autocrítica constante, competitividad, dificultad en el manejo emocional y baja tolerancia a la frustración”, enumera.
Esto lo externalizan, generalmente, a través de comportamientos “raros” a la hora de comer, ya sea por exceso o por defecto.
Otras veces, lo reflejan en la realización compulsiva de ejercicio físico o en continuas críticas hacia su propia imagen o figura.
En este sentido, las mujeres son las que más sufren este tipo de trastornos (9 de cada 10 casos).
“Socialmente ellas suelen estar vinculadas a un juicio más crítico de su imagen personal”, señala Irene Alonso como principal causa.
TCA y pandemia, ¿ qué ha ocurrido?
“La incertidumbre, la falta de control, el miedo a enfermar o la angustia generada por la pandemia han tenido efectos importantes sobre las personas con trastornos alimentarios”, sostiene la experta.
En esta situación caótica, las personas con TCA encontraban en la ingesta o restricción excesiva de comida una fuente de control.
Según datos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) previos a la crisis sanitaria, se estima que el 5 % de personas entre 12 y 21 años padecen trastornos de la conducta alimentaria en España.
Aunque aún no hay datos nacionales posteriores, la especialista considera el aumento de los trastornos mentales durante la pandemia como un indicador de que los TCA también se han incrementado.
“En la práctica clínica observamos que hay personas que han debutado con el problema, sobre todo adolescentes, y que en algunos casos la situación se ha agravado”, indica.
El cénit de los trastornos alimentarios llegó con el confinamiento, momento en que según la experta “parecía que el mundo entero se estaba iniciando en un trastorno alimenticio“.
Durante esos meses se disparó la compra de harinas y levaduras, bollería industrial, patatas fritas y chocolates.
Paralelamente, también aumentó la venta de básculas y bicicletas estáticas.
“Por un lado, se reconocía que la ansiedad aumentaba el apetito y, por otro, se reforzaba el sentimiento de culpa por ello. Esto llevó a que mucha gente hiciese ejercicio sin sentido instando también a personas que no lo habían hecho en su vida”, comenta Irene Alonso.
Concretamente, la experta señala la bulimia y el trastorno por atracón como los grandes desórdenes alimentarios del confinamiento.
“Las casas se volvieron un almacén de comida. La angustia que vivieron estas personas fue tremenda”, reflexiona.
Terapia online, un medio eficaz
Las recomendaciones sanitarias han convertido a la terapia online en la primera opción (a veces la única) para acompañar y tratar a las personas que sufren TCA.
“Este tipo de terapia ha sido una herramienta de apoyo fundamental. Los pacientes responden y además lo hacen bien”, indica la experta basándose en su propia experiencia.
Gracias a ellas, profesionales y pacientes han podido continuar con los tratamientos, modificar conductas y manejar mejor las emociones para evitar comportamientos dañinos.
Sin embargo, a pesar de sus ventajas, la psicóloga advierte que este tipo de terapias no pueden sustituir a las sesiones presenciales.
“Tampoco pueden sustituir a los ingresos hospitalarios, totales o parciales, o la atención que proporcionan los centros de día”, añade.
De cara al futuro, la psicóloga apuesta por un tratamiento que pueda combinar la terapia online con citas médicas presenciales.