La mejor solución, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
En el evangelio se narra acerca de Marta y sus dos hermanos, María y Lázaro, eran todos amigos y seguidores de Jesús, recibieron a Jesús en su casa en más de una ocasión, pero en una de las visitas de Jesús, Marta estaba apurada sirviendo y haciendo todo lo posible para que su invitado estuviera cómodo y María eligió sentarse a los pies de Jesús escuchándolo mientras hablaba.
Es muy fácil imaginarse como Marta pudo haberse sentido; brava, frustrada, resentida, ¿Por qué tenía ella que hacer todo el trabajo?, ¿No era justo que María la ayudara?, de hecho, Marta se sintió tan justificada en su inclinación que fue a hablar con Jesús al respecto y le dijo, “Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje servir sola?, ¡dile que me ayude!”.
En lugar de apoyar su queja Jesús la reprendió: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas, una sola cosa es necesaria, y María ha escogido la mejor parte, la cual no le será quitada”. Marta se fue como si Jesús la hubiese regañado, allí estaba ella haciendo todo por ser la más hospitalaria posible y que todo saliera bien, pero María solo estaba ahí sentada escuchándolo, ¿Eso era correcto?
Bueno amigos, es fácil para nosotros enfocarnos en todas las cosas que necesitamos hacer y se deben lograr y perdamos de vista lo más importante, pero la mayor prioridad en nuestras vidas debe ser escoger la parte buena como lo hizo María, aprender de Jesús para que podamos llegar a ser como él.
Es un amor y una devoción hacia él lo que hace que todo lo demás sea de poca importancia, es buscar las riquezas de la sabiduría y el entendimiento que están en Jesús, si no lo hacemos ¿Cómo podemos seguir?, ¿Cómo podemos ser sus discípulos?, un discípulo aprende del maestro.
Levantémonos pues por encima de todo el ruido y nuestro interés en lo terrenal, busquemos las cosas que tienen valor eterno, en este tiempo en el que el mundo anda tan apurado el tiempo se escapa de las manos, tendemos a distraernos de cosas que realmente no valen la pena, cosas terrenales que de nada valen, que nada sirven al final de nuestra vida.
Nos distraemos con el estrés, los problemas del día a día, olvidamos que la mejor solución a todas estas distracciones es la palabra de Dios, es el alimento de nuestra alma, ya estaba escrito, no sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios y amigos ¡con Dios siempre ganamos!