La mariposa cardera pasa el invierno y cría en el África subsahariana
EFE
La mariposa cardera migra cada año entre África y Europa pero de dónde pasa el invierno europeo y dónde cría se sabe muy poco. Los modelos ecológicos habían señalado como posibles algunas zonas del trópico africano, y ahora un equipo de científicos lo ha confirmado.
Tras dos años de seguimiento y de extensos estudios de campo, el equipo validó esas modelizaciones y localizó las áreas de reproducción invernal de estas mariposas (Vanessa cardui) que entre octubre y febrero crían en Kenia, Uganda, Camerún, Benín, Ghana, Costa de Marfil, Senegal y Etiopía, entre otros países.
Los detalles de la investigación, liderada por Gerard Talavera, investigador del Instituto Botánico de Barcelona (IBB, CSIC), y por Roger Vila, del Instituto de Biología Evolutiva (IBE, CSIC-UPF), ambos en España, se han publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).
Los insectos migratorios son esenciales para el funcionamiento y los servicios de los ecosistemas, pero cómo y cuándo llevan a cabo sus largos viajes es un enigma en muchas especies.
La mariposa cardera, como la famosa mariposa monarca que migra entre Canadá y México, es una especie ‘modelo’ para los científicos, es decir, permite estudiar procesos biológicos y extrapolarlos a especies parecidas, «sin embargo, todavía no se conocía alto tan importante como su ciclo migratorio completo», explica Talavera en declaraciones a EFE.
Recientes investigaciones habían descubierto que estas mariposas podían cruzar el Sáhara desde Europa en otoño, y regresar a finales de invierno, pero dónde pasaba el invierno seguía siendo una incógnita.
Los modelos de nicho ecológico (ENM, por sus siglas en inglés) habían apuntado posibles puntos geográficos en los que estas mariposas podrían encontrar las condiciones necesarias para criar durante los meses de invierno europeo, pero estas predicciones debían ser validadas por trabajos de campo científicos, y eso es lo que ha hecho el equipo de Talavera.
«La clave ha sido investigar cuáles son los requerimientos ecológicos de esta especie para poder reproducirse en África, que son distintos a los de Europa. Mediante métodos de modelización ecológica con datos de 1.268 puntos de cría de 35 países, pudimos hacer predicciones mensuales de las posibles áreas africanas donde podrían reproducirse durante el invierno europeo», detalla.
Para comprobar las predicciones obtenidas con la modelización, el equipo hizo múltiples expediciones y estableció una red de monitoreo a gran escala de estas mariposas en África, unas observaciones que permitieron documentar hasta 280 nuevos lugares de cría hasta ahora desconocidos.
En el trabajo de campo también identificaron múltiples plantas huésped, entre ellas Zornia glochidiata y Pseudoconyza viscosa, que son necesarias para que las orugas de esta mariposa puedan desarrollarse.
Además, el equipo también descubrió que las precipitaciones juegan un papel importante a la hora de determinar las dinámicas migratorias de las mariposas en el África subsahariana, ya que estos insectos migran siguiendo el crecimiento de nueva vegetación producido por las lluvias.
«La vegetación les permite reproducirse de septiembre a noviembre en zonas del Sahel y del extremo norte de la Sabana, y progresivamente se desplazan más al sur a zonas más húmedas y a regiones montañosas entre diciembre y febrero», comenta Talavera.
«Desde que descubrimos que estas mariposas migraban a través del Sáhara, había crecido el interés por entender cómo completa su ciclo en África. Ahora sabemos a ciencia cierta que su migración se extiende hasta los 15.000 km y que es la ruta migratoria más larga conocida en mariposas», añade Vila.
Los autores concluyen que las herramientas como la modelización de nichos ecológicos son claves para ayudar a predecir y definir los hábitats de las especies migratorias, contribuir a los esfuerzos de conservación y a los estudios sobre los cambios de hábitat provocados por factores como el cambio climático.
«Las dinámicas migratorias de insectos son muy desconocidas y en consecuencia no sabemos bien las implicaciones ecológicas que pueden tener», dice Talavera.
Pero en un mundo en el que «la mitad de las especies son insectos y representan una biomasa enorme, es importante invertir en su observación para comprender sus dinámicas poblacionales a macroescala y predecir posibles cambios en estas dinámicas que puedan traer consecuencias que todavía desconocemos (de bioseguridad, transmisiones de patógenos, plagas, alteración de redes tróficas, etc.)», concluye. EFE
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