La Madre del Dolor, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por: María García de Fleury

El viernes antes de la Semana Santa es un día muy adecuado para pensar en la madre de Jesucristo, a quien vamos a recordar que entregó su vida por nosotros,en medio de grandes sufrimientos para salvarnos a ti y a mi.

Jesús no estaba solo, su madre lo acompañó en todo momento pero, ¿qué sintió ella?, ¿que pensó ella?

Sin duda, María es la madre del dolor, es la que no dejó de amar a Dios a pesar de ver como su hijo era torturado, como caminaba con el peso de una cruz que no merecía y que le costaba cargar, por eso se  cayó al piso varias veces y en ese momento, ella que lo estaba siguiendo se le acercó y los dos se miraron a los ojos; cuántas cosas se habrán dicho con la mirada.

Ella, que se sostuvo sin duda con una fe mas fuerte que la muerte, una fe viva en el amor que supera todo abandono, la fuerza del espíritu la sostuvo en el momento de la oscuridad y la derrota aparente de su hijo Jesús y después de ver a su hijo muerto, bajado de la cruz y sepultado, no se cansó de amar a  sus hijos, cuidandolos en el silecio de la espera, hasta por fin participar de la alegría de la resurrección.

Amigos, María vivió en carne propia como la oscuridad del dolor, del sufrimiento, de la derrota aparente puede penetrar hasta el fondo del alma, aun en el compromiso total de la voluntad al designio de Dios. De María podemos obtener el consuelo que sostiene el espíritu sin que tengamos conciencia, ella va a darnos a su debido tiempo los frutos de aguantar, intercediendo por nuestra fecundidad espiritual, porque amigos uno nunca se arrepiente de haber seguido amando.

Como mujer, María enseña que en medio del día a día con sus problemas, alegrías, dificultades, debemos evitar absolutizar el hoy, con actitud de triunfalismo o al contrario, con actitud de derrota. No podemos detenernos en la oscuridad de la tragedia, no podemos quedarnos en el viernes santo del dolor, estamos invitados a vivir como peregrinos en la noche, pero una noche iluminada por la fe, caldeada por el amor autentico.

Estamos llamados a concentrarnos en un nuevo amanecer, seguros de las maravillas de Dios como María, mostrando su fe, rica en amor. A la Madre de Dios, la Virgen María, la conocemos como la madre de los dolores, tambien hay quienes la llaman la virgen de la amargura, la virgen de la piedad, la virgen de las angustias o sencillamente la dolorosa.

Este viernes prevío a la semana santa pensemos en la madre de Dolorosa y digamosle: «Virgen santa, tu confiaste hasta el fondo en el designio de Dios, y reconociste en tu intimidad su potencia y su gloria. Enseñanos a creer tambien en las noches de la fe, en la oscuridad de nuestros días, enseñanos a celebrar la gloria del altísimo en la experiencia del abandono, a proclamar la primacía de Dios, a amarlo en sus silencios y en sus derrotas aparentes, que no nos falte jamás ese consuelo que tu tuviste y que te permitió seguir amando y seguir confiando llena de esperanza cuando parecía que ya nisiqueira podias ver el rostro del hermano, porque tu en tu ser intimo reconocías que con Dios siempre ganamos».