La Esperanza, por Benito Martínez - 800Noticias
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Religión

Por: Benito Martínez

¡Vivir sin Esa maravillosa luz que es la Esperanza es como vivir a oscuras! Estamos siempre, involuntariamente, esperando el milagro, una cosa extraordinaria. El pensamiento siempre está orientado hacia la expectación. Siempre esperamos algo. Nuestro pensamiento siempre tiene consigo, como una voz que va y viene, una imaginación que se diría completamente infundada.

Es una esperanza sin razones, pero que existe. Es como si siempre estuviéramos orientados hacia esa expectativa, al milagro. Estamos siempre, involuntariamente, esperando el milagro.

Se diría que es una parte física de nuestro pensamiento, la forma en que surge. Lo racional viene después, como una capa que añadimos, como un cierto deber que nos imponemos. Pero no es la voz primordial, lo que está en nosotros o junto a nosotros, inevitablemente, es una esperanza. La virtud de la esperanza es congénita, es infusa, es constitutivamente nuestra. como si algo la hubiera instalado allí.

Esa esperanza hace del hombre algo orientado hacia lo venidero. ¡Qué absurdo es negarlo! La esperanza es una instalación, como si no pudiéramos pensar de otra manera. Solo cuando desaparece podemos decir que estamos enfermos y que hemos perdido la salud al pensar.

Esta esperanza, que es esperanza de aparición ¿no lleva en sí una alegría? El amanecer es pletórico porque la esperanza, natural en nosotros, aun es fuerte y luego se va apagando con las horas, a medida que todo lo humano la llena de razones y la desalienta.

Y lo malo quizás sea cuando esa esperanza da un paso más y se hace espera, cuando esa naturaleza se hace voluntad y la espera deforma nuestro pensamiento del futuro, como si se convirtiera en alguien. como si el futuro fuera una persona a la que esperamos en un rincón con la docilidad con la que esperábamos de niño. Esa espera se puede hacer absurda, ‘godotiana, como un plantón eternizado.

Pero antes del acto de esperar está esa rara (porque es rarísima siendo tan nuestra) esperanza que nos dispone naturalmente al milagro. Las cosas pasarán. Sucederá. Algo extraordinario y salvífico sucederá. Esa es la forma de pensar nuestra y es la alegría que nos constituye y nos acompaña.

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