La difícil tarea de aumentar la producción de alimentos en el país
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Edison Arciniega, presidente del Centro de Estudios Agroalimentarios, destaca que la falta de créditos, fertilizantes, y la competencia desleal de productos colombianos, entre otros factores afectan a la producción nacional; sin embargo, el suministro de alimentos ha registrado «una recuperación importante».
Sabe Dios por qué, con frecuencia la Madre Natura bendice a Venezuela. Para los productores agropecuarios 2022 no es la excepción. Este año no ha llovido café en el campo, pero sí ha llovido agua abundantemente, quizás demasiado si se miran episodios trágicos de inundaciones recientes.
En todo caso, este año no ha tenido un ciclo de invierno y otro de verano, sino dos períodos de invierno, lo cual favorece grandemente a los suelos y los cultivos.
La afirmación es de Edison Arciniega, presidente del Centro de Estudios Agroalimentarios. “Eso nos ha permitido sembrar con la misma intensidad durante todo el año”, refiere en torno a lo que es la principal ventaja competitiva del sector en estos momentos.
Pero también existen falencias. Una es la inseguridad jurídica. Arciniega relata que cerca de 800.000 hectáreas están afectadas por conflictos activos por la propiedad. “El segundo problema que tenemos es el relativo a la escasez de financiamiento, que responde a la política de contención inflacionaria, que mantiene alta la tasa del encaje legal”.
Es una política –dice- orientada a que no se activen las bicicletas de presión inflacionaria, “una política clásica y ortodoxa de control de inflación”, apunta Arciniega.
Debería complementarse –opina- con una estrategia de construcción de confianza integral, lo único que permitirá poder “disminuir el encaje sin tener que subir los intereses, que sería otra política para contener la inflación”.
Lo cierto es que del cielo caen los limones con el torrente de lluvias, pero el campo venezolano es afectado por una alta inseguridad jurídica y gran escasez de crédito.
Se precisan –va al detalle el entrevistado- entre 1.500 y 1.800 millones de dólares por ciclo en apalancamiento financiero. Solo para la agricultura. Y se necesitarían otros 2.000 millones más para el resto del sector. “Para todos, no hay ni 1.000 millones de dólares en financiamiento”, tropieza con un escollo que no es ajeno al resto de la economía.
Arciniega explica que la producción de alimentos hay que verla como una cadena, desde los insumos hasta la comercialización. Se trata del segundo gran componente de la economía nacional –expone el analista- y genera una quinta parte de los puestos de trabajo.
Otros obstáculos
Hay dos formas de ver la producción de alimentos: como un derecho humano y como un negocio. En este último sentido, pesa mucho el problema del crédito. Y otro problema fundamental, que es el impacto de la inflación.
Y hay otros elementos: el conflicto entre Rusia y Ucrania, el aumento de los precios del petróleo que ha encarecido la oferta y los insumos que utilizan los productores. “No es que 70% de la cadena de producción esté constituida por importaciones. No. El problema es que 70% de esa cadena no podría funcionar y generar valor si no hay importaciones”, se va por la libre.
Menciona como una piedra en el zapato adicional la crisis del combustible. La importación de –afirma Arciniega- ha crecido con los precios del petróleo. Por primera vez, en un buen momento del petróleo, Venezuela no se ve beneficiada, sino que recibe “coletazos de afectación”.
¿Entonces, la única ventaja competitiva es el invierno prolongado?
-El invierno largo y la vocación productiva de nuestra gente, nuestros suelos, nuestras aguas, las condiciones climáticas del país.
“También estamos sufriendo una agresión comercial, en la cual están entrando masivamente productos desde Colombia, con precios de descuento importantes”, avanza en una historia que recién comienza, una vez llegado Gustavo Petro al poder en la nación neogranadina.
El presidente del Centro de Estudios Agroalimentarios cuenta que los productores nacionales compiten con precios de dumping en papa, cebolla y tomate, entre otros rubros. Uno podría pensar que esto podría empeorar al reabrir las fronteras, como está planteado, pero “yo soy de la tesis que podría ser al revés”, dice el entrevistado.
Los controles aduanales
A juicio del sociólogo Edison Arciniega, en el momento cuando las cargas tengan que pasar formalmente por la aduana, estarían sujetas a las normas de inocuidad y calidad del alimento, lo que ya implica una barrera: “las normas venezolanas son de las más estrictas de la región”, indica.
“Por otro lado, tendrían que cumplir con los procesos aduanales, pagar las tasas correspondientes, y sería muy sencillo cotejar, porque ellos tienen que analizar su estructura de costos”, apunta el vocero.
¿Es muy grave el problema de competencia desleal que tiene el agro actualmente?
-Sí, es muy grave, porque implica llevar a la quiebra a la producción interna. Estamos hablando de rebajas de 45% con respecto a los precios de Colombia, y así nadie puede competir. Alguien está comprando a los precios del mercado abierto colombiano, que en promedio son 15% menores que en el mercado venezolano, y está descontando 45% acá en Venezuela.
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