La contaminación atmosférica afecta al feto en el útero
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Una investigación de la Universidad de Rutgers (Estados Unidos) ha descubierto que los contaminantes provenientes de la quema de combustibles fósiles interfieren con la actividad hormonal prenatal, lo que afecta el desarrollo reproductivo, según publican sus autores en la revista ‘Environmental Health Perspectives’.
En su estudio de los datos de contaminación atmosférica en relación con los marcadores del desarrollo reproductivo en la infancia, descubrieron que ciertos contaminantes pueden alterar negativamente la distancia anogenital, una medida de la exposición prenatal a las hormonas.
«Estos resultados sugieren que la contaminación atmosférica puede interferir en la actividad hormonal normal durante los periodos críticos del desarrollo prenatal y de la primera infancia, y sospechamos que esa alteración puede tener consecuencias a largo plazo para la salud reproductiva», afirma Emily Barrett, profesora del Departamento de Bioestadística y Epidemiología de la Facultad de Salud Pública de Rutgers y autora principal del estudio.
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Estudios transversales en hombres y mujeres adultos han demostrado que las alteraciones de la distancia anogenital –la longitud entre los genitales y el ano– pueden estar relacionadas con los niveles hormonales, así como con la calidad del semen, la fertilidad y los trastornos reproductivos.
En los estudios con animales, la distancia anogenital se utiliza para determinar la toxicidad de los contaminantes en el desarrollo. Uno de los efectos medibles se produce en el sistema reproductor. Cuando la distancia anogenital se reduce en las crías macho, es señal de que una exposición tóxica interfiere en la producción fetal de testosterona, explica Barrett.
Los investigadores han especulado con la posibilidad de que exista una relación similar en los humanos. Para probar su hipótesis, Barrett y sus colegas utilizaron datos de The Infant Development and Environment Study (TIDES), un estudio longitudinal en curso de mujeres embarazadas y sus hijos iniciado en 2010 en cuatro ciudades estadounidenses: Minneapolis, Rochester, San Francisco y Seattle. Como parte del programa TIDES, se midió la distancia anogenital al nacer en los niños y al año en los varones.
Estos datos se compararon después con los niveles de dióxido de nitrógeno y partículas finas (PM2,5), es decir, partículas contaminantes de 2,5 micrómetros o menos liberadas al quemar gasolina, petróleo, gasóleo y madera. Un sistema de vigilancia de la contaminación atmosférica administrado por la Universidad de Washington realizó un seguimiento de los niveles de contaminación en las zonas residenciales de las participantes en TIDES durante el embarazo.
Con información de Infosalus.
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