La causa de nuestros males, por María García de Fleury - 800Noticias
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Religión

Por María García de Fleury

Pretender que Dios es causa de nuestros males y sufrimientos para producir en consecuencia un supuesto bien mayor, es una contradicción lógica y teológica. Lógica porque el mal solamente engendra mal y jamás ha sido cura ni remedio. Contradicción teológica porque Dios es amor, la esencia del bien, de la paz, de la felicidad. De este modo es absurdo pretender que se puede obtener el amor actuando contra el amor, que se puede obtener el bien practicando el mal, que se puede obtener la paz por medio de hacer la guerra o la felicidad causando infelicidad a otros. Es absurdo.

Es demasiado injusto y simplista achacarle a Dios todo lo que ocurre en este mundo porque de acuerdo a las mismas palabras de Cristo la tierra no es su reino.

Es demasiado injusto y simplista achacarle a Dios todo lo que ocurre en nuestras vidas, porque si fuera así nuestras vidas estarían predestinadas, manejadas, predeterminadas y esto es una negación del cristianismo. Los procesos naturales de este mundo funcionan por una relación de causa y efecto, según la ley natural del mundo y no según una ley divina.

Dios creó todo lo bueno y trascendente que existe, pero existen también cosas que no son de Dios. ¿Y quién ha creado lo demás? Bueno, lo que no es de Dios.

Dios no ha creado lo malo, únicamente permite que exista y viene a acompañarnos en nuestros sufrimientos, entregándonos su gracia, dándole sentido trascendente a todo aquello que sea tan ajeno a nuestra voluntad como a la voluntad de Dios.

Dios no está ni actúa en el mundo como mundo. Él actúa como Dios. Dios nos salva de los accidentes. Dios salva en los accidentes. Dios nos salva de la enfermedad. Dios salva en la enfermedad aunque pareciera que no hubiera salvación. Dios nos salva de los incendios y las tragedias naturales. Dios salva en los incendios y en las tragedias naturales. Porque Dios le da sentido a la vida, el sufrimiento, la muerte. Dios es la garantía de que pase lo que pase no habrá ninguna situación desesperada porque existe un sentido trascendente.

Tener fe es confiar que Dios está presente como Dios aunque los procesos mundanos arrasen con nosotros. Es esperar contra toda expectativa. Muestra lo tenemos en infinidades de ocasiones. Por ejemplo, cuando lanzaron la bomba atómica en Hiroshima y Nagasaki lo único que se salvó sin tener explicación racional fue la iglesia de los jesuitas donde estaban varios sacerdotes rezando el rosario. En la explosión de la planta nuclear de Chernobyl el humo y los gases produjeron miles de destrozos, deformidades, la capa de humo le dio la vuelta al mundo. Sin embargo, a cuatro kilómetros de la planta nuclear estaba la iglesia de San Miguel Arcángel la cual quedó intacta, tanto ella como los que estaban rezando ahí. En el incendio que desbastó a la isla de Maui en Hawái concretamente en La Haina donde todo quedó arrasado y quemado solo permaneció en pie la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria y la casa parroquial sin ni siquiera ensuciarse. Son miles de estos ejemplos.

El poder divino de Dios se revela en el impotente crucificado Jesús de Nazaret. ¿Por qué Dios no actuó? Jesús se sintió abandonado por Dios. Dios no lo salvó de la crucifixión, lo salvó en la crucifixión. Lo cierto es que Dios está ahí siempre que se lo permitamos y si Dios está con nosotros, el amor está ahí porque Dios es amor y con Dios siempre ganamos.

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