La Asunción de la Virgen María al cielo, por María García de Fleury
Por María García de Fleury
Todos los 15 de agosto la iglesia católica celebra una de las fiestas más importantes de la madre de Dios, la Asunción de la virgen al cielo.
La virgen fue la llena de gracia de todos los tiempos como le dijo el ángel en la Anunciación, además se le reconoce como inmaculada desde su concepción así como su maternidad divina, por eso es lógico concluir que ella no haya aparecido la corrupción de su cuerpo con la muerte, sino que fuera elevada, fuera asunta al cielo así como Jesucristo después de muerto y sepultado resucitó y ascendió por su propio poder al cielo, la virgen cuando concluyó su vida en la Tierra fue subida al cielo en cuerpo y alma.
En el siglo VII esta fiesta pasó a llamarse la dormición o la Asunción, se dice que fue San Agustín uno de los primeros que desarrolló la doctrina de la Asunción de María, luego Santo Tomás de Aquino y otros grandes teólogos declararon estar de acuerdo con este texto.
En 1946 el Papa Pío XII consultó a todo el episcopado por medio de la carta Deiparae Virginis Mariae y el resultado fue casi unánime, los obispos apoyaban que se declarara dogma la Asunción de la Virgen María.
El 1 de noviembre 1950, Pío XII publicó la Constitución Apostólica Munificentissimus Deus en la que el Papa, basado en la tradición de la Iglesia Católica tomando en cuenta los testimonios de la liturgia, la creencia de los fieles, los testimonios de los Padres y Doctores de la Iglesia y con el concenso de todos los obispos del mundo declaró como dogma de fe la Asunción de la Virgen María.
La Asunción muestra como la glorificación final de la Virgen María está implicada en las dos afirmaciones de las escrituras; primero la unión de María con Jesús y la otra y el rol el de la mujer en la lucha contra el demonio.
No nos relacionamos con Dios únicamente en el espíritu y por el Espíritu, lo hacemos también con el cuerpo y por el cuerpo. La Asunción de María restaura y reintegra la corporalidad femenina en el seno del misterio propio de Dios. A partir de María la mujer tienen reconocida y asegurada la dignidad de su condición femenina por el creador.
La Asunción no es un misterio aislado del resto de los misterios cristianos, sino que tiene vinculaciones profundas y esenciales con todo el conjunto del misterio cristiano que lo ilumina y le da plenitud de significado teológico.
Amigos, creer en la Asunción de María es proclamar que aquella mujer que dio a luz en un establo entre animales, que compartió la pobreza, la humillación, la persecución, la muerte violenta del hijo, cuyo corazón fue traspasado por una espada de dolor, que estuvo al lado de su hijo al pie de la cruz, ella, la madre del condenado, ha sido exaltada.
Así como el crucificado es el resucitado, la Dolorosa es la gloriosa asunta al cielo, la que también participó con los discípulos de la primera iglesia, de las persecuciones, el miedo y la angustia, es la misma que al final de su vida ha sido elevada al cielo. La Asunción es un estímulo, un punto de referencia que compromete a los fieles a realizar su propio camino histórico hacia la perfección final para estar con Dios, porque con Dios ¡siempre ganamos!
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