La anunciación, por María García de Fleury
Por: María García de Fleury
El ángel se le presento a María y la saludo diciendo “Dios te salve María llena eres de gracia, el señor está contigo” estas palabras son un eco de la invitación que hacían los profetas a Israel a regocijarse en la bondad de Dios.
En Israel era muy estimado el nombre de María, así se llamaba la hermana de Moisés y en tiempos de Jesús este nombre era tan popular que las tres mujeres que estuvieron presentes en el calvario, todas tenían el nombre de María, por eso las llamaban las tres Marías.
Varios autores dicen que el nombre de María proviene de dos palabras: Mar, que significa hija preferida e “ia” que significa la abreviatura de Yabé, Dios, con lo cual el nombre de María significaría la hija preferida de Dios y en verdad que, si corresponde muy bien ese significado a lo que en realidad ha llegado a ser la madre de Jesús, la hija que más quiere Dios.
María no es un mito, tampoco es una abstracción vaga, su identidad es muy precisa, es la virgen prometida a un hombre de la casa de David llamado José, que vive en una ciudad de galilea llamada Nazaret, una aldea insignificante y despreciada y lleva un nombre bastante común en su ambiente.
Su prometido para ser su esposo es conocido como el carpintero, y se sabe de él que era un hombre justo que supo aceptar y compartir con ella el misterio de Dios que había entrado en su vida. Del relato evangélico se deduce la fe profunda de esta mujer que se dejó plasmar totalmente por el señor y acompañó a su hijo en el camino de una existencia marcada por los designios misteriosos de Dios eterno.
El mensaje del ángel Gabriel a la virgen María tuvo una importancia especial, porque fue la pieza final del rompecabezas de todas las promesas de Dios, lo que el ángel le dijo a María es la profecía final antes de la concepción de Jesús sobre los planes eternos de Dios de enviar a un Rey que salvaría a su pueblo.
Dios vino a tomar forma humana en sus propias entrañas, en un sentido muy físico y literal, Dios mismo llegó a vivir en medio de ella. María no fue la que inició la encarnación del hijo de Dios, pero la permitió, porque aceptó los planes de Dios con sencillez y con alegría.
María se turbó por estas palabras y preguntaba que significaría aquel saludo, y el ángel entonces le dijo “no temas María, porque has hallado gracia delante de Dios”.
“No temas”, esta es una frase que en la biblia se repite muchas veces y está dirigida hacia las personas a quienes Dios elige para sus grandes obras. “No temas, porque Dios va contigo y te ayudará en todo”. “No temas”, palabras que leemos frecuentemente en el evangelio, aparece 365 veces en la biblia, es una invitación a confiar plenamente en Dios, alejar de nosotros el temor.
La fiesta de San José y de la anunciación preparan admirablemente para celebrar los misterios pascuales. La navidad, el viernes santo, la pascua de resurrección, son semillas que están presentes en la anunciación.
Él es el Enmanuel, el Dios con nosotros, ¡alégrate humanidad!, es la buena noticia, una noticia alegre, que enseña que esta mujer concreta, María de Nazaret, fue el lugar elegido para la llegada de Dios en carne al mundo, ella es la mujer elegida por Dios, ella fue la que aceptó realizar el nuevo comienzo del mundo de la mano de Dios y amigos, ¡Con Dios siempre ganamos!