Juan Pablo II y la Divina Misericordia, por María García de Fleury
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En 1938 cuando el joven de 18 años Karol Wojtyla llegó a Cracovia, Polonia, para estudiar en la universidad, sor Faustina Kowalska tenía 33 años. Vivió en el convento de las Hermanas de la Misericordia de esa ciudad y falleció allí mismo ese año el 5 de octubre.
Jesucristo se le había aparecido a Sor Faustina en el convento pidiéndole que se convirtiera en su apóstol y secretaria de su misericordia, luego le reveló sus promesas, le pidió que le mandara a pintar una imagen de su Divina Misericordia con unos rayos rojos y blancos brotando de su corazón y que le difundiera al mundo la novena y la coronilla a esa devoción cristiana.
Karol Wojtyla fue ordenado sacerdote, luego nombrado obispo y cuando años más tarde fue arzobispo de Cracovia, monseñor Karol Wojtyla defendió la causa de sor Faustina cuando su ortodoxia estaba siendo interrogada en Roma debido en mayor parte a la traducción errónea al italiano de su diario.
En 1967 como cardenal, Karol Wojtyla recopiló todos los datos y testimonios sobre la vida y obra de sor María Faustina Kowalska y solicitó en Roma la apertura sobre el proceso de beatificación de la vidente del señor de la Divina Misericordia. Cuando el cardenal Wojtyla fue electo Papa y cambió su nombre a Juan Pablo II, en muchas ocasiones escribió y habló de la importancia de pedirle a Dios su Divina Misericordia para el mundo entero.
Juan Pablo II se sentía espiritualmente muy cercano a Sor Faustina y la tuvo en su pensamiento cuando escribió su carta «Dives in misericordia» publicada en 1980 animando a los fieles a acercarse al misterio del amor misericordioso de Dios.
El 19 de abril de 1993, Juan Pablo beatificó a Sor Faustina Kowalska y en su homilía elogió la forma en la que llegó con mucha gente al corazón misericordioso de Cristo y destacó la importancia de esta devoción en esa época.
El 30 de abril del año 2000 Juan Pablo II canonizó a Santa Faustina y ese día dijo: «Este es el día más feliz de mi vida, hoy mi alegría es grande al presentar la vida y el testimonio de Sor Faustina Kowalska a toda la Iglesia como un regalo de Dios para nuestro tiempo».
El papa Juan Pablo II destacó la importancia de esta revelación en el contexto histórico del siglo que acababa de pasar y dijo «por la divina providencia, la vida de esta humilde hija de Polonia estuvo completamente ligada a la historia del siglo XX, del siglo que acabamos de dejar atrás». De hecho fue entre la Primera Guerra Mundial que Cristo le confió a ella su mensaje de misericordia.
Luego, el 30 de abril del año 2000, Juan Pablo II instituyó la fiesta de la Divina Misericordia a celebrarse el domingo siguiente a la Pascua y en el año 2002 viajó a Cracovia en Polonia y en el santuario de la Divina Misericordia consagró al mundo entero a Jesús de la Divina Misericordia.
San Juan Pablo II murió el 2 de abril del año 2005, la noche previa al domingo de la Divina Misericordia. Juan Pablo II siempre insistió en que Dios es misericordioso y ama a todo el mundo y recordaba que Jesús había dicho que aun el más grande de los pecadores tenía derecho a su misericordia si se arrepentía, porque el es un Dios de misericordia y con Dios siempre ganamos!