Las muchas virtudes de José Gregorio lo hacen beato, por María García de Fleury - 800Noticias
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Por: María García de Fleury

Ha llegado el gran día en el que la jerarquía de la Iglesia reconoce que José Gregorio Hernández fue una persona con tal cúmulo de virtudes en su vida que hay que elevarlo a los altares. Es nombrado con el título de beato, el paso justo antes de que sea nombrado santo.

El proceso para llegar aquí ha sido difícil por muchas razones, lo importante es que hemos llegado. No es lo mismo el nacimiento de un héroe que el de un santo.

Cuando un héroe viene a este mundo la historia tiembla, los cielos dudan, porque va a producir algún drama que pudiera degenerar en tragedia, pero cuando nace un santo el universo y los cielos hacen fiesta porque se va a añadir un nuevo pétalo a la rosa de los bienaventurados, es una nueva voz que viene a interpretar el himno de la creación que es el trisagio de la esfera sideral a su Dios.

Venezuela tiene héroes, tiene santos, almas santas que a pesar de la perversidad de los tiempos irradian una espiritualidad ejemplar. Son así como flores de santidad común y corriente que se esparcen en las más variadas direcciones de la vida esparciendo un aroma de virtudes, de sacrificio, de entrega callada a Dios.

Existe una santidad excepcional, una santidad heroica con la que el santo le arrebata al héroe su triunfo, y busca llegar a la perfecta unidad con Dios. Entonces el santo es así como un desquite del cosmos que le presenta a Dios la sutura que le faltaba en ese desarmónico desconcierto del pasado.

José Gregorio Hernández y otros tantos hombres y mujeres son los meteoros del espíritu, aunque no se encuentran todos en los altares. Ellos son aquellos que todos nosotros, catedráticos, científicos, trabajadores, amas de casa, mendigos, ignorantes, jóvenes, niños, adultos, veneramos y saludamos como paladines de nuestra patria terrenal.

Nuestro querido doctor Hernández fue ungido por la voz el pueblo, ahora la autorizada voz de los tribunales del arzobispado de Caracas, del Vaticano de Roma, deciden elevarlo a la posición de beato. Ha sido largo el camino y la espera, su nombre junto con la aspiración colectiva de Venezuela católica traspusieron los límites de la patria y traspasaron los umbrales del Vaticano.

En el año 1949 el doctor Hernández como siervo de Dios fue sujeto del primer proceso diocesano. La fama de sus virtudes y de sus posibles milagros, le estudiaron la autenticidad, la ortodoxia de sus escritos, todos fueron extremadamente bien analizados, y bajo el veredicto de un segundo tribunal que se constituyó en 1956 se cerró la causa informativa. Hoy después de comprobado el milagro a Yaxuri Solórzano José Gregorio es declarado beato.

El cuerpo de José Gregorio Hernández se ha podido haber hecho cenizas, tenemos pocos restos de él que ahora se van a esparcir en todas las diócesis de Venezuela. Sus cenizas, sus huesos están ahí, pero lo que verdaderamente perdura y se engrandece cada vez más es el legado que él dejó, es su ejemplo de vida, es su cercanía con los demás como una gloria del catolicismo militante, como un campeón entre la ciencia y la fe, sublimado por la luz victoriosa del espíritu, configurado voluntariamente con Cristo, así sube José Gregorio a los altares porque vivió convencido de que con Dios ¡siempre ganamos!