Jerome Lejeune, pionero de la genética moderna, por María García de Fleury
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Jerome Lejeune nació el 13 de junio de 1926 en la ciudad francesa de Montrouge. En 1958 el doctor Lejeune descubrió la la trisomía del par cromosómico 21, qué es el responsable del síndrome de Down; el descubrimiento se publicó en la revista Nature en 1959 y desde entonces dedicó todos sus esfuerzos a defender a estos niños ante los intentos de instrumentalizar su descubrimiento para justificar el aborto de los niños con esta condición.
Esa postura de defensa del derecho a la vida de los niños con síndrome de Down hizo que su candidatura al Premio Nobel de Medicina de 1970 no prosperará a pesar de la trascendencia del descubrimiento.
El doctor Lejeune se decepcionó cuando vio que los gobiernos utilizaban la detección del síndrome de Down para abortar a estos niños y no para contribuir en el tratamiento de la discapacidad. Cuando alzó su voz para impedirlo, el mundo de la ciencia lo empezó a poner de lado y a retirarle los fondos para que no pudiera continuar con sus investigaciones. Sin embargo, la Iglesia en la persona del Papa Juan Pablo II, lo llamó para formar parte de la Pontificia Academia para la ciencia.
Juan Pablo II y Lejeune se hicieron muy amigos al punto de que el Papa llegó a decir que Lejeune era la persona más inteligente que él había conocido. A través de esta relación Juan Pablo II entendió la necesidad de crear una academia específicamente para defender la vida humana y nombró al doctor como su primer presidente; además lo nombró miembro de la Pontificia Academia para la Vida y consultor del pontificio Consejo para los Trabajadores Sanitarios, luego de eso estuvieron juntos en la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en París en 1997.
Los compañeros del doctor Lejeune le recomendaban que en sus discursos no hablará de sus convicciones, pero el no hizo caso y provocó un sismo dentro de la comunidad científica, porque él hablaba de la dignidad de la vida humana desde el embrión hasta la muerte natural, y citando a Shakespeare decía: «matar o no matar, esa es la cuestión» pero eso nunca se lo perdonaron.
En una carta enviada a su esposa le decía «hoy he perdido el Premio Nobel» y no se equivocaba, porque desde ese momento las puertas se le fueron cerrando y a partir de ese momento emprendió una apasionante ante lucha personal para curar a sus enfermos y preservar su derecho a la vida, su lucha contra el aborto en general y especialmente contra la eugenesia sobre los niños con Síndrome de Down le hizo recorrer el mundo, habló frente al Senado de los EEUU, hablo con el presidente Kennedy, con la reina de Inglaterra, incluso se reunió en privado con el rey Balduino de Bélgica, porque allí estaban en pleno debate de la legalización del aborto.
Amigos, esta es la historia del héroe del conocimiento científico y de la libertad de conciencia, que prefirió perder el Premio Nobel antes que renunciar a sus convicciones, hoy la iglesia estudia su beatificación. Jerome Lejeune vivió siempre con honradez, poniendo su fe por delante porque sabía que hay que poner a Dios de primero en todas las cosas, porque con Dios ¡siempre ganamos!
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